DEMONOLOGIA, MONSTRUOSIDADES

Lurancy Vennum y Posesion de Mary Roff

Existe comprobada constancia de un extrordinario caso de presunta posesión, no por entidades sobrenaturales o demoníacas, sino por el espíritu de una joven fallecida a los dieciocho años de edad.
El caso apareció publicado por el doctor Stevens en el «Religio-Philosophical Journal» de los Estados Unidos, con el título de «Watseka Wonder» y obtuvo una amplia popularidad por aquel entonces — principios de siglo—, despertando la inquietud y curiosidad de nume­rosos investigadores de lo paranormal, y dando lugar a una enconada polémica acerca de la posibilidad de que el fenómeno fuera en reali­dad un caso de verdadera posesión.
Los acontecimientos se desarrollaron —hace más de cien años— en una pequeña ciudad del Estado de Illinois, llamada Watseka. Vivieron por aquella época dos familias en tal ciudad, los Vennum y los Roff. Ambas se conocían tan sólo superficialmente, teniendo contactos muy distantes en el tiempo y lejos, de todos modos, de cualquier tipo de intimidad.
Los sucesüs comenzaron cuando Lurancy Vennum, hija de los Ven­num, que aún no contaba catorce años de edad, hubo de ser internada en un local especialmente destinado para personas dementes. Los sín­tomas que presentaba eran por demás espectaculares: tras largas y penosas crisis epileptoides o histerógenas —el médico que la trató, el doctor Stevens, nunca pudo especificar la naturaleza de sus ataques—, Lurancy sufría bruscos e inopidados cambios de personalidad. Los tra­tamientos a que fue sometida no dieron resultado, y se acabó conside­rándola como un caso sin esperanza.
Estos síntomas no tendrían más trascendencia desde una perspecti­va psiquiátrica moderna y no serían, por tanto, objeto de nuestro inte­rés, si no fuera por los fenómenos que posteriormente se desarrollaron en la persona de la desdichada Lurancy Vennum.
El caso de Lurancy pronto se extendió por los alrededores, inquie­tando al señor Roff, cuya hija Mary, fallecida hacia doce años, había muerto a causa de unos padecimientos extremadamente similares. Aun­que los Roff no habían tenido una especial relación con los Vennum, el señor Roff decidió visitar a Lurancy para advertir a sus padres acerca de los malos tratos que su hija Mary había recibido en una institución para enfermos mentales y que aceleraron, quizás, su muerte. El señor Roff marchó, en compañía del doctor Stevens a visitar a Lurancy. Am­bos la encontraron en un estado lamentable, alternando crisis catatóni-cas con caídas al suelo muy aparatosas y estados crepusculares de consciencia en los que afirmaba recibir visitas de diversos «espíritus» de personas ya difuntas.
¿Regreso del «más alla»?
Pero al contemplar al señor Roff, Lurancy exclamó que había recibi­do una inesperada y nueva «visita» espiritual, cuyo nombre era «Mary Roff». El señor Roff, ciertamente emocionado, instó a Lurancy para que permitiera manifestarse a su hija desaparecida. Y así pareció suceder: tras doce años de «habitat» en el más allá, Mary Roff decidió «tomar el cuerpo» de la infortunada Lurancy, y manifestarse tal y como fue en vida.
Desde ese momento, Lurancy Vennum afirmaba repetidamente ser Mary Roff, y pedía con insistencia que la llevaran a «su» verdadera casa, asegurando, con los gestos y ademanes más convincentes, no conocer en absoluto a los miembros de la familia Vennum. Y tanta fue su insis­tencia que los restantes miembros de la familia Roff decidieron ir a visitar a aquella joven que afirmaba ser Mary, su hija muerta a los die­ciocho años.
Singular fue la reacción de Lurancy cuando, asomándose a la venta­na, gritó alborozada al reconocer a su madre y hermana, a quien llamó inmediatamente por su nombre familiar, Nervie (Minerva). Cubrió de entrañables abrazos a ambas, insistiendo con más encono que nunca en que la trasladaran a su verdadera casa.
Como los ataques y delirios violentos de Lurancy habían desapare­cido desde que comenzó a autodenominarse Mary Roff, y ante la deses­perada insistencia de la muchacha, los Vennum consistieron en que Lurancy partiera para vivir una temporada en casa de los Roff, aco­giéndola éstos como si fuera su verdadera hija.
Cuando Lurancy llegó a casa de los Roff, todo pareció resultarle familiar y conocido, incluso hasta los más mínimos detalles. Supo, desde un principio, la correcta disposición de las estancias, así como el lugar usual de los objetos y útiles familiares. Reconocía y saludaba adecuada­mente a los amigos y conocidos de sus supuestos padres —sólo a aque­llos a los que Mary había conocido en vida, es decir, doce años atrás—. En una ocasión, según cuenta el doctor Stevens, localizó una caja en la que hacía doce años había guardado un collar roto, describiendo deta­lladamente su contenido antes de abrirla. En suma, su comportamiento con respecto a su nueva familia era en todo similar al que hubiera teni­do la difunta Mary; parecía conocer con absoluta certeza todas las anécdotas y circunstancias que eran recuerdos comunes de la familia. Le gustaba, en aquel período, relatar minuciosamente sucesos acaeci­dos en vida de Mary, así como las reacciones y comportamientos que sus familiares tuvieron. Se podría hablar de una total «retroadaptación».
Un caso perfecto
Al cabo de los meses, la verdadera personalidad de Lurancy Ven­num, comenzó, tímidamente, a hacer su aparición en el propio ambien­te de los Roff. Al principio, eran lapsos de tiempo breve, en los que aparecía la personalidad de Lurancy, para dejar paso a la dramatizada de Mary Roff. Más tarde Lurancy empezó a extrañar a los Roff, olvidan­do detalles, localizaciones, circunstancias y sucesos que, poco antes, relatara con gran alegría. Fue en un momento en que se hallaba pre­sente su hermano Henry Vennum cuando afloró por completo la perso­nalidad de Lurancy Vennum, abrazándose enfáticamente a su hermano y rogándole, con abundante llanto, que la llevara a su verdadera casa, la de los Vennum.
Desde aquellos momentos, Lurancy olvidó por completo a los Roff, y —así lo afirma el doctor Stevens— su comportamiento volvió a ser el de antes, lo mismo que-su caligrafía, pues se pudo comprobar que las cartas que enviaba periódicamente cambiaron en cuanto al contenido y los rasgos desde que comenzó a extrañar a los Roff, es decir, desde que empezó a firmar las cartas con el nombre de Lurancy Vennum, en vez de hacerlo con el Mary Roff.
Lurancy volvió al hogar totalmente curada de su enfermedad men­tal, casándose posteriormente, sin mostrar en adelante síntomas mani­fiestos de desequilibrio. Podría pensarse que el espíritu de Mary Roff la había «curado».
Este es el caso más perfecto y completo que se conoce en los ana­les de lo paranormal, que pudiera sugerir directamente la idea de un proceso de verdadera posesión del cuerpo de un ser vivo por el «espí­ritu» de un difunto. En general, es aceptado así por gran número de tratadistas y estudiosos del tema y, para decir verdad, presenta unas características muy sugestivas para detenerse en el análisis de sus cir­cunstancias y pormenores.
Se nos abren, pues, varios interrogantes. ¿Cómo consiguió Lurancy llegar a conocer con tanta perfección el ambiente que rodeaba a la difunda Mary Roff, considerando, además, que hacía ya doce años que ésta había abandonado el reino de los vivos? ¿Cómo pudo remedar —mimetizarse prácticamente— el carácter y ademanes de Mary? ¿Cómo fue capaz de reconocer inmediatamente como sus padres y hermanos a personas que le eran desconocidas antes? Todos estos interrogantes no llevan, directa y necesariamente, a plantearnos la cuestión más funda­mental, y sobre la que desarrollamos algunas consideraciones: ¿Estuvo realmente poseído el cuerpo de la joven Lurancy Vennum por el «espí­ritu» —psiquismo, consciencia superviviente, memoria, etc.— de la di­funta Mary Roff? ¿Cómo, si no, se explica que Lurancy dejara de reco­nocer a sus verdaderos padres y prefiriera marchar a vivir a la casa de los Roff, donde todo parecía serle familiar, y con quienes compartía una serie de vivencias y recuerdos que solamente la desaparcida Mary po­dría poseer?
Algunos inconvenientes presenta el caso que nos ocupa. Que los fenómenos que el tal doctor Stevens nos narra como producidos por la jovencita Lurancy Vennum pertenecen al ámbito de lo paranormal es algo que, de ser cierto lo que él relató, no nos ofrece ninguna duda.
Incognitas irresolubles
Tres puntos débiles encontramos en el caso descrito que pudieran poner en duda la idea de la «posesión». Tanto el doctor Strevens como el señor Roff eran adictos al movimiento espiritista; por eso probable­mente, el doctor Stevens, al observar las cualidades mediumnicas que mostrabra Lurancy mientras estuvo internada en el asilo de dementes, invitaba al señor Roff a visitarla, por ver si podía manifestarse, a través de las facultades mediúnicas de Lurancy, el espíritu de la desapareci­da hija del señor Roff (posibilidad que, según las convicciones espiritis­tas, no les resultaría muy remota). Y así parece que sucedió: Lurancy, quizás percibiendo por algún canal hiperestético o extransensorial que el señor Roff deseaba comunicarse con su hija muerta, dejó que se manifestase la personalidad de Mary Roff; y esto último no es de extra-, ñar, pues uno de los síntomas de la enfermedad mental que la había llevado a la reclusión era, precisamente, el manifestar personalidades al­ternantes. Y tanto llegó a mimetizarse Lurancy con el personaje de Ma­ry Roff que, durante un lapso de tiempo, llegó a vivirlo, olvidándose por completo de su verdadera personalidad. Tampoco esta actitud nos ha­bría de extrañar, pues en los anales de psiquiatría son innumerables los casos de personalidades psicóticas que afirman ser personas diferentes a las que realmente son. Lo que sí nos parece insólito es que Lurancy lograra (prácticamente reconstruir la vida de Mary Roff, conociendo tan­tos detalles y circunstancias que hacían pensar que era la propia Mary, venida del más allá, quien guiaba sus actos.
Otro punto que creemos interesante y explicativo es que el doctor Stevens conocía desde hacía mucho tiempo a la familia Roff, por lo cual pudo servirle a Lurancy como «intermediario» telepático para obtener todo tipo de información acerca de su hija y de sus padres y hermanos. Captando, pues, por vía extransensorial, tales informaciones a través del doctor Stevens, Lurancy pudo dramatizar el personaje de la difunta Mary. Por otro lado, destaquemos que entre los Roff y los Vennum hubo un corto período de coincidencia —fueron vecinos años atrás—, cuando Lurancy era una niña. En este breve período hay que entender que Lurancy conoció a los Roff, y pudo retener datos, tanto a nivel conscien­te como a nivel inconsciente, que luego le pudieron servir para repre­sentar tan vivamente el personaje de Mary.
Por último, y quizá sea la objección de más peso, podríamos pensar que Lurancy, cuando estaba en el ambiente de los Roff (en la casa de Mary) percibía estímulos sensoriales y parasensoriales de todo tipo, aparte de captar de los Roff informaciones telepáticas sobre la persona, modos y forma de actuar de Mary, con las que podía remedar bastante bien la personalidad de la difunta, así como narrar sucesos y circuns­tancias de su vida y de la familia Roff. A este respecto comenta el parapsicólogo H. C. Berendt: «Cuando Lurancy vivía ya en el ambiente de la familia Roff, toda la realidad de la casa pudo haber actuado en Lurancy como un campo psicométnco. De éste podría haber extraído Lurancy el conocimiento paranormal que manifestó luego, igual que un buen paragnosta (dotado o médium), con sólo mirar un objeto, puede leer en él detalles sobre la vida y las enfermedades de quien fue su dueño.»
No obstante, aunque este tipo de casos pudiera ser explicado me­diante las facultades mediúmnicas extrasensonales del sujeto, hay in­vestigadores que los consideran evidencia de la posibilidad de que el «espíritu» de una persona ya difunta ocupe temporalmente el cuerpo de un vivo. De todos modos, los hechos relatados tuvieron lugar hace más de cien años, por lo que cualquier intento de estudiar detallada­mente las circunstancias en que se desarrollaron y de realizar un exa­men psicológico de los personajes resulta ya imposible.
Pero «imposible» es una palabra que, como decía Napoleón, sólo se encuentra en el diccionario de los imbéciles. ¿Es «imposible» realizar viajes astrales? ¿Es igualmente «imposible» que el ser humano pueda encontrarse en dos lugares a la vez? ¿Es la reencarnación algo más que un mito «imposible»? Seguidamente intentaremos dar una respuesta po­sible a todos estos interrogantes.
DEMONOLOGIA

AGNAN, demonio

AGNAN Demonio que atormenta a los americanos con apariciones y maldades.

Mués­trase sobre todo en el Brasil y entre los tupi­nambos apareciéndose bajo todas las formas; de manera, que los que deseen verlo.

Lo po­drán encontrar por todas partes.

DEMONOLOGIA

Pucel, demonio

Grande y poderoso duque de los infiernos.

Aparece bajo la forma de un ángel tenebroso y contesta las preguntas que le hace sobre las ciencias oscuras; enseñó también las artes liberales, la geometría, pro­duce grandes ruidos y hace sentir murmullo de agua en los parajes en que no la hay.

Ade­más gobierna cuarenta y ocho legiones.

ALQUIMIA

ARNOLDO DE VILLANUEVA

ARNOLDO DE VILLANUEVA Médico átropologo, hereje, alquimista y brujo. Nació en Mompeller en el siglo trece y murió en un naufragio en 1314. Decía que las buenas obras y  servicios hechos a la humanidad son preferibles a todo lo que llaman obras pías, lo que le hizo condenar como a hereje, obligándole fugarse a Cicilia.

La química le debe muchos descubrimientos y a pesar de que verdaderamente sólo busacaba la piedra filosofal, y pensaba en hacer oro, encontró los tres ácidos: sulfúrico, muriático y nítrico; fue el primero que compuso el alcohol y la ratafia, dio a conocer la esencia de trementina, regularizó la destilación ,etc, etc. Sus vastos conocimientos en medicina iban mezclados con sueños astrológicos y predijo el fin del mundo para el año de 1505.

Acusósele también de magia: Francisco Peg-na dice que todos sus conocimientos en la al­quimia los debía a un demonio, y Mariana (1) le acusa de haber intentado formar un hombre con esperma mezclado con ciertas drogas y puesto en una calabaza. Pero el mismo Del-rio (2) justifica a Amoldo de Villanueva de estas absurdas acusaciones y observa muy bien que el papa Clemente V no le habría tomado por su médico si hubiese sido mágico.
La inquisición de Tarragona hizo quemar sus libros tres años después de su muerte, y lo que jamás se le perdonó fue el haber di­cho en un momento de exaltación, que todos los frailes serían condenados. Búscase de Ar-noldo de Villanueva un pequeño tratado de la explicación de los sueños, pero se le atri­buyen muchas obras de alquimia y magia en las que no tiene la menor parte: tales son el libro de las Ligaduras físicas, que es una tra­ducción de un libro árabe, y el de los Talis­manes de los doce signos del Zodíaco. Atri­buyesele también falsamente el libro de los tres impostores. Véase Postel.
MONSTRUOSIDADES, TORTURA

Crimenes por lujuria

Los crímenes de lujuria
Los delitos de tipo sexual se englobaban bajo la denominación general de crímenes de lujuria. Inspirados, según se creía, por el demonio, re­vestían más el aspecto de un pecado mortal que el de fantasías en ocasiones dignas de castigo, aunque en todo caso naturales. Los jueces inten­taban combatir los propios errores de la natura­leza. Así, los hermafroditas eran condenados a la picota por rechazar el sexo que se les imponía, como le sucedió a Anne Grandjean en 1765. En cuanto al caballero de Eon, insistió en ser mujer, si bien la autopsia reveló su pertenencia al sexo masculino.
Al principio, la mayoría de estos supuestos crímenes se castigaron con la hoguera; más tar­de, la lógica hizo que se emplearan otros métodos. El adulterio, por ejemplo, era tan frecuenta que habría sido preciso talar bosques enteros El castigo del fuego subsistió, sin embargo, para la sodomía y la bestialidad cometidas por la gen­te de la clase baja; es inimaginable que los jueofl castigaran severamente los «excesos» de los her­manos del monarca, e incluso los del propio rey.
DEMONOLOGIA

nick o Nickar, demonio

Nickar o Nick. De acuerdo a la mitologia escandinava, -la fuente principal de todas las creencias de Alemania e Inglaterra- Odin toma el nombre de Nickar o Anickar cuando actua como un destructor o genio malvado. Bajo este nombre y la forma de un <kelpie>,  -caballo malvado de los Scots-, el frecuenta el lago y los rios de Escandinavia, donde eleva tempestades, huracanes y tormentas electricas. El esta en la Isla de Rugen, en el medio de un lago tranquilo, cuando el agua esta agitada y sus orillas estan cubiertos de madera gruesa El esta ahi a gusto para atormentar a los pescadores y agitar sus barcos y lanzarlos algunas veces hasta casi la cima de los arboles mas altos.
Del Nickar Escandinavo descienden los tritones y las sirenas, los nixies -o espíritus del agua- de los Teutones. No hay nadie mas famosa que la ninfa del Elbe y el Gaal. Antes de que se establezca el cristianismo, los Saxons que vivían alrededor de esos dos ríos, adoraban a una divinidad cuyo templo estaba en la ciudad de Magdebourg o Magdeburch (ciudad de la joven), y quien inspiro desde ese momento miedo como el Nayade del Elbe. Ella podría aparecer en Magdebuorg, donde iría a caminar con la canasta bajo su brazo: siempre llena de gracia, bien dispuesta y de una primera mirada, podría tomarse a ella por la hija de un buen burgués; pero alguien malicioso podría notar un pequeño rincón de su delantal que estaba siempre mojado, como recuerdo de su origen acuático. En ingles, los marineros llamaban al demonio “Viejo Nick”
BIZARRO

Konstantin Raudive, Padre de la psicofonia.

EL alemán Konstantin Raudive completó y perfeccionó has­ta el virtuosismo el método des­cubierto por Jürgenson para gra­bar «las voces de los muertos», de modo que se le considera el padre de las psicofonias. Los ex­perimentos de Raudive, llevados a cabo con la valiosa colabora­ción de varios ingenieros de so­nido y científicos de primera ta­lla, como el físico del Instituto Saint Gall Alex Scheneider, cris­talizaron en un increíble informe, acompañado de un disco, que se publicó en 1968 bajo el título de «Lo inaudible se hace audible siguiendo las huellas de un mun­do de espíritus».

Entre las sorpresas aportadas por las experiencias de Raudive figuran las muy insólitas de que las «voces» se manifiesten a tra­vés del magnetófono, incluso cuando este se encuentra en una habitación completamente vacía. De la lectura del libro de Raudi­ve se desprende que éste, como Jürgenson, creía que las «voces» procedían de seres desencarna­dos, los cuales se dirigían a él personalmente tratando de ad­vertirle algo. Algunos de estos «espíritus» eran” de su familia.
MONSTRUOSIDADES, TORTURA

Dolor y Voluptuosidad, El ahorcamiento simulado

El ahorcamiento simulado
Al contrario que en el caso de la flagelación, el ahorcamiento simulado es muy peligroso. Sin lugar a dudas, provoca la erección, y con frecuencia incluso la eyaculación, pero quienes se entregan a este vicio, generalmente solitario (aunque en Inglaterra hubo clubs de «colgados» hasta finales del siglo XIV), arriesgan la vida. Extremadamente débil y agotado por los desenfrenos y el abuso de la fellatio, Luis de Borbón, el último de los Condé, fue encontrado ahorcado por su propia mano (cuando, por otra parte, huía de los encantos de la baronesa de Feuchéres, que le parecían demasiado peligrosos). Se dijo que se había colgado accidentalmente de la falleba de la puerta de su habitación, pero el estado del cadáver no dejaba ninguna duda. «Princeps enim, ut diximus, erecto membro, sperma ejaculatus, inventus est», dijo el forense en su informe. ¿Cabe acaso dar detalles más concretos?
Afortunadamente, los casos de ahorcamiento erótico seguido de muerte son infrecuentes. En general, la prensa los ignora o se refiere a ellos como suicidios, basándose en el informe de los expertos. No obstante, el doctor Béroud, de Marsella, destaca el caso de un masoquista que fue encontrado a finales de 1948 con los muslos totalmente manchados. Y añade:
«No hace mucho se ha producido un caso similar en una ciudad del Oeste, el de un masoquista que, despreciando los encantos de su joven esposa, mostraba sus preferencias por un complicado arsenal en el que figuraban seis collares de perro, cuatro ganchos de carnicero, un látigo y correas de cuero. Lo encontraron colgado de un collar de perro y completamente desnudo. Lo único que llevaba eran unas gafas de automovilista.»
En junio de 1966 se encontró a un muchacho de dieciséis años en los bosques de Issenheim, en el Alto Rhin, con una cuerda atada a los órganos sexuales. Mencionemos también el caso del pinche travestido de Ligny-en-Barrois, que nunca fue esclarecido.

DEMONOLOGIA

Rubezal o Ribesal

RUBEZAL o RIBESAL  Príncipe de los Gnomos.

Famoso entre los habitantes de los montes Sudetos.

Es sumamente maligno, corno todos los seres de su especie, y hace mil picardías a los montañeses. Hanse escrito tomos respecto de él, y también es el héroe de algunas novelas y sin embargo aún no está bastante claro lo que concierne a este duende, que probablemente es un personaje de la antigua mitología.

Todavía se aparece en algún territorio lejano, pero cada año va perdiendo fama y crédito.

MONSTRUOSIDADES, TORTURA

Dolor y Voluptuosidad, Cinturon de castidad

El cinturón de castidad
La libertad de que goza hoy en día la mayoría de mujeres explica la escasez de casos de secuestro y violencia corporal. De cualquier modo, todavía existen maridos que, cegados por un ataque de celos morbosos, son capaces de recorrer innumerables tiendas en busca de un cinturón de castidad, de atar a su esposa a los barrotes de la cama o de hacerle llevar pistones de motor de explosión en los tobillos. Una vez conocidos, estos casos producen risa, ya que no se reflexiona en el aspecto patológico de la cuestión. La evocación del cinturón de castidad suscita inmediatamente la hilaridad. Se piensa en lo ridículo del objeto y en el exceso de precauciones inútiles por parte del celoso, la mayoría de las veces burlado. Se compadece al amante fogoso, cuyas demostraciones de ternura son castigadas por una doble cuchilla, como escribe A. Piron en Le Bougie de Noél:

De los dos resortes, la bella sujetaba uno, el amante el otro, y en esta aventura
la serpiente sostiene con firmeza
                      [la unión de ambos, y se sumerge al instante con viveza
en el sueño de la voluptuosidad.
Este doble acercamiento hace
                   [abandonarse, olvidarse,

estar dispuesto a perder la vida,
no pensar en nada, sino sentirlo todo,
y en este transporte tan poderoso,
en medio del calor que la inflama,
la serpiente acaba siendo víctima funesta
de las cuchillas liberadas, y este lugar tan bello, trono de sus placeres,
se convierte en su tumba.

Se olvida con demasiada frecuencia el consentimiento de la mujer, que, como se señala en la Historia de O, la convierte en un objeto a disposición exclusivamente del placer del señor, cuando el señor decide entregarse a él. Inventado por Francois de Carrare en el siglo XIV, el cinturón es mencionado por Rabelais y Brantóme. El primero nos muestra a Panurgo colocando a su mujer un «bergamasco»; el segundo nos narra el caso de un cerrajero que, por intentar vender tales cinturones fue amenazado de muerte y, finalmente, desapareció. En la Enciclopedia, Diderot lo describe en los términos siguientes:
«Es un presente que un marido celoso hace a veces a su mujer al día siguiente de la boda. Este cinturón está formado por dos láminas de hierro muy flexibles, ensambladas en forma de cruz y cubiertas de terciopelo; una de estas láminas rodea el cuerpo a la altura de los riñones; la otra pasa entre los muslos y su extremo se une con los dos de la primera lámina; un candado, del que hay una sola llave, la cual está en poder del marido, cierra los tres extremos.»
La confección del cinturón en todas las épocas, con los pretextos más diversos (la moral, el respeto a los tabúes sociales, la decencia más elemental), indica la persistencia de una manía sexual caracterizada. Esta sencilla pero auténtica descripción del abogado Freydier, de Nimes, nos proporciona una prueba de ello:
«Es una especie de calzón bordado y con mallas, con numerosos hilos de latón entrelazados unos con otros, formando un cinturón que remata, por delante, con un candado cuya llave sólo tiene el señor Berlhe. Este artilugio que constituye el recinto de la prisión de la cual él es el carcelero, tiene diferentes costuras que permanecen ocultas, de trecho en trecho, por precintos de lacre cuyo sello tiene el señor Berlhe» (contra la introducción de los candados o cinturones de castidad en Francia, en favor de la señorita Marie Lajon, acusadora, 1750).
Los celos del esposo no lo explican todo. Lo importante es reducir a la mujer, envilecerla de algún modo, hacerle sentir que depende por entero del poseedor de la llave. Y el principio se aplica tanto a la amante como a la esposa, la matrona o la hija impúber. En 1869, un fabricante de bragueros inventó un aparato «guardián de la fidelidad», que un notario de Aveyron avaló moralmente con el siguiente programa, que vale su peso en candados:
«Semejante invento no necesita elogios, ya que todo el mundo sabe el servicio que puede prestar. Gracias a él se podrá poner a las jóvenes a salvo de esos desgraciados que las cubren de vergüenza y sumen a las familias en el duelo. El marido dejará a su esposa sin temor de ser ultrajado en su honor y su afecto. Terminarán infinidad de discusiones e ignominias. Los padres estarán seguros de su paternidad y les será posible tener bajo llave cosas más preciosas que el oro… En una época de desórdenes como la que vivimos, hay tantos esposos burlados, tantas madres engañadas, que he creído hacer una buena acción y prestar un servicio a la sociedad, ofreciéndole un invento destinado a proteger las buenas costumbres» (Mandato de buscadores y curiosos).
A mediados del presente siglo, el uso del cinturón aún no había desaparecido: en 1957, un joyero de Chátellerault (¡lejos de Sicilia o de Marruecos!) amenazó a su esposa con un revólver y precintó su carne con un magnífico anillo de oro para impedir que pudiera pertenecer a otro hombre. Al hacerse pública su ridícula conducta, se vio abocado al suicidio.
Mucho más cruel fue el método de venganza empleado por un médico annamita con una amante infiel. El informe forense del doctor Dubois (Saigón, 1893) dice:
«Tuvo la infernal idea de aprovechar que dormitaba a la hora de la siesta, para introducirle en la vagina un trozo de madera dura, tallado en forma de miembro viril y provisto de una corona de varillas de hierro, cuyo extremo libre, muy acerado, una vez introducido debía dirigirse contra las paredes del conducto y, por estar orientado hacia la vulva, hundirse en ella al menor intento de extracción. Como se puede suponer, los desgarrones que sufrió la desdichada fueron espantosos.»