DEMONOLOGIA

Pactos

PACTO Varios son los modos de hacer pacto con el diablo. Hacésele aparecer, leyen­do las evocaciones del libro mágico y reci­tando las fórmulas de conjuración que se ha­llan en este diccionario o degollando una ga­llina negra en una encrucijada del camino real y enterrándola con palabras mágicas. Cuando el diablo tiene a bien mostrarse; se hace entonces el contrato firmándolo con sangre; y elángel de las tinieblas se aviene a todo, mien­tras se le ponga la acostumbrada condición de abandonarse a él.El conde de Gabalis, que quita los dia­blos su antiguo poder, supone que estos pac­tos se hacen con los gnomos, quienes compran el alma de los hombres, por tesoros que les dan en abundancia; pero para esto se aconse­jan con los huéspedes del sombrío imperio.Ideas tan absurdas, pudieron tener crédito en los tiempos en que el error y estos cuentos eran moda, ahora serían muy mal recibidas, aun en una novela y aún se ha reprendido el autor del Monje algunos trozos de este gé­nero, si bien que tratados con esmerado ta­lento. El pacto de Ambrosio que termina la no­vela puede referirse aquí, pues tiene tanto fundamento como aquellos que se encuentran en las crónicas, y porque da una idea com­pleta de la opinión que entonces se tenía de semejantes tratados con las potencias del in­fierno. El más famoso predicador de Madrid, el egregio Ambrosio prior de los dominicos, su­mergido en el lodazal de la vanidad y el or­gullo, culpable de asesinato y violación; Am­brosio en los calabozos de la inquisición, era preso de los remordimientos y le aterraban los terrores del suplicio. Todo le acusaba y nada le podía justificar. Introdujósele en una sala donde estaban tres inquisidores, palide­ció, al percibir los instrumentos del tormento, mientras que Matilde su cómplice, Matilde que le indujo al crimen estaba en frente de él y hechaba sobre Ambrosio una mirada lángui­da y triste.

La inquisición no pregunta; el acusado lle­vado a ella debe confesar, y si niega, el tor­mento persiste, a pesar de los dolores, en ne­gar, sólo cesa el suplicio cuando este mismo le ha hecho ya insensible. Matilde intimidada no tuvo la tanta audacia; lo confesó todo; acusó a Ambrosio de asesinato, pero declaró que sólo ella era la culpada de brujería; el reli­gioso no había tenido comercio alguno con el diablo. Sus confesiones dictaban su sentencia; condénesela a la hoguera y Ambrosio fue lle­vado de nuevo a su calabozo, en el cual se apoderaron de él todos los terrores. Si se obs­tinaba en negar sus crímenes, el tormento y todos sus horrores le esperaban: si confesaba, encendía el fuego que le había de consumir y a través de esta muerte y suplicios que le ro­deaban, veía brillar resplandeciendo horri­blemente las llamas eternas. Ningún perdón debía esperar de tan horribles maldades.
“Levanta los ojos, Ambrosio” le dijo una voz conocida… y vio delante de sí a Matilde, hermosa, adornada, brillante, alegre que le dijo: “Yo estoy libre, soy feliz, imítame; re­nuncia a un Dios irritado y vente conmigo a gozar de los placeres que me ofrecen los es­píritus infernales sometidos a mis órdenes… Qué temes. No has merecido cien veces este infierno que te asusta, tan apresurado ves para llegar a estas llamas, que quieras acercarte a ellos por crueles tormentos. Toma este libro: si deseas escapar al auto de fe, lee las cuatro primeras líneas de la página 7″.
Ambrosio quedó inmóvil, hasta que un de­pendiente vino a sacarle de su enagenamien-to para conducirle ante sus jueces. Aún quería negar, prepárase el tormento, y lo confiesa todo, consternado: pronunciase su sentencia, que es la de ser quemado en un auto de fe,que debe tener lugar aquella misma noche a las doce.
Devuelto a su calabozo, queda sumergido en estúpida desesperación, su mirada se diri­ge por casualidad en el libro que le dio Ma­tilde; titubea, lo toma y lee temblando. Un trueno conmueve la cárcel, aparécese el espí­ritu, hediondo, horrible y sombrío, llevando en una mano un pergamino y en la otra una pluma de hierro. Ambrosio le ruega le salve; el demonio pone precio a este beneficio, es preciso que el religioso renuncie para siem­pre a Dios que le ha criado. Pronto a sucum­bir. Ambrosio titubea aún; el diablo con su pluma de hierro le toca la mano izquierda; le saca una gota de sangre y presentándole el pergamino le dice: “Firma este pacto y te pondré lejos de tus enemigos”. El preso toma la pluma, iba ya a firmar, cuando de repente la arroja lejos de sí y enojado el espíritu de­saparece echándole horribles maldiciones.
En tanto pasaba el tiempo; la noche estaba avanzada; dan las doce; Ambrosio siente he­lársele la sangre, cree ya probar los dolores de la agonía y de la muerte; cogiendo el libro fatal, lee apresuradamente las cuatro líneas mágicas, presentándosele al momento el dia­blo con el pergamino preparado… Ambrosio tiembla, su mano se niega; pero oye a los esbirros que se acercan, corren los cerrojos de la puerta, la llave rueda ya en la cerradura y él temblando firma: “¡Sálvame! ¡sálvame!”. Dice al demonio cuyos ojos brillantes de con­tento y cogiendo a Ambrosio entre sus garras, abre las anchas alas; las bóvedas se entrea­bren para hacerles paso y traspasando rápi­damente un vasto territorio, al cabo de pocos minutos, deja a Ambrosio, en uno de los pre­cipicios de Sierra Morena, donde todo en aquel salvaje sitio atemorizaba al admirado monje. “¿Dónde me has conducido?” dijo a su guía.
Este en vez de responder le miraba con malicia y desprecio, hasta que por fin le con­testó: Vano hombrecillo que te creías inac­cesible a las tentaciones, mas pronto te has mostrado siempre a cometer un delito, que yo a insinuártelo. Ahora recibe el premio de tus iniquidades. Tú eres mío y no saldrás vivo de estos montes.
Al decir esto clavó sus garras en la corona del religioso y levantóle por encima de las ro­cas. Los gritos de Ambrosio resonaron a lo lejos; el demonio se elevaba con rapidez, y llegado a una elevación inmensa, soltó su víctima. Abandonado Ambrosio en los aires, fue a caer sobre la cúspide saliente de una roca rodó de precipicio, hasta que magullado y mu tilado se detuvo a orillas de un arroyo, toda vía con vida pero con el cuerpo destrozado En vano intentó levantarse; pues sus miem bros dislocados no le obedecieron. Acababa de salir el sol, y pronto sus rayos perpendicu­lares cayeron vertical mente sobre la cabeza del pecador moribundo: millones de insectos despertados por el calor, fueron a chupar la sangre que manaba de sus heridas, sin que él pudiese menearse para ahuyentarles; las águi­las de la montaña hicieron tajadas sus carnes; devorado de una sed ardiente, oía el murmu­llo de las aguas que corrían junto él, sin po­derse acercar siquiera. Furioso, desesperado, exhalando su rabia en maldiciones y blasfe­mias, maldiciendo su existencia, y sin embar­go, temiendo a la muerte que debía entregarle a tormentos aún mayores, padeció por seis días enteros. Al séptimo se movió una tem­pestad, los vientos enfurecidos conmovieron las rocas y arrasaron los bosques: cubriéronse los cielos de nubes inflamadas; la lluvia a to­rrentes inundó la tierra y el arroyo salió de madre, llegó con sus olas al paraje en que estaba Ambrosio, llevándose su curso hacia el océano, el cadáver del desventurado reli­gioso.
DEMONOLOGIA

GUSOINO, demonio

GUSOINO

Gran duque de los infiernos que se aparece bajo la figura de un camello.

Contesta exactamente sobre lo presente, lo pa­sado y el porvenir y descubre las cosas ocul­tas.

Aumenta las dignidades y afirma los hono­res y manda cuarenta y cinco legiones.

DEMONOLOGIA

GRILLANDO (Pablo) Castillán

GRILLANDO (Pablo) Castillán, autor de un tratado de maleficios, publicado en Lyon, año de 1555, de un tratado de sortilegios, de las Lamias, del tormento, etc., año de 1536, en Lyon, y de algunas otras obras de esta cla­se; cuenta que un abogado que estaba ligado por un maleficio que ningún secreto ni mé­dico podía deshacer, recurrió a un insigne mágico que le hizo tomar antes de dormirse cierta poción, diciéndole que se acostase sin hacer la señal de la cruz y que no se asustase de nada. Cerca las once y media de la noche, el marido oyó los mugidos de una violenta tormenta acompañada de rayos y terremotos; creyóse al principio que le iba a caer la casa encima; mas oyó luego grandes gritos y la­mentos de muchas personas y habiendo lan­zado una ojeada por la parte donde oía el ruido, vio en su aposento más de mil personas que se magullaban a puñetazos y coces, deso­llándose a mordiscones y arañazos, entre las cuales reconoció a cierta mujer de una aldea vecina, que se tenía por bruja y de quien sos­pechaba haberle dado aquel mal, la cual era la que se quejaba más, habiéndose por sí mis­ma arrancado los cabellos y arañado el rostro. Acordóse de los consejos del mágico y tuvo siempre la cabeza de su mujer metida dentro la sábana para que no viese nada de este mis­terio que duró hasta medianoche, a cuya hora el maestro brujo entró y desapareció todo; hizo algunas fricciones al pobre marido, diciendole que estaba ya curado, y así fue en realidad.

DEMONOLOGIA

GOMORY, demonio

GOMORY

Fuerte y poderoso duque de los infiernos que aparece bajo la forma de mía mujer hermosa, con una corona ducal sobre la cabeza y montada en un camello.

Contesta muy bien sobre lo  presente, pasado y futuro, y bace descubrir los tesoros ocultos; enciendeel amor en el corazón de casadas y doncellas.

Manda 26 legiones

DEMONOLOGIA

EREBO

EREBO

Río del infierno; tómase algunas veces por una parte de este, y aun por el in­fierno mismo.

Había un sacerdote particular para las almas que estaban en él.

DEMONOLOGIA

ENCRUCIJADAS

ENCRUCIJADAS

Parajes donde se cru­zan cuatro caminos. En ellas se reunía ordinariamente los brujos, para tener sus asambleas y orgías; en muchas provincias.

Muéstranse aún algunas de estas temibles en­crucijadas, en medio de las cuales había co­locados palos altos que los brujos o los demonios rodeaban de linternas durante la fiesta nocturna.

Se hace notar también sobre el suelo un gran círculo donde danzaban los demonios, y se cree que la yerba no puede crecer en él.

DEMONOLOGIA

EXORCISMO

EXORCISMOS Fórmulas de que se va­len los exorcistas para ahuyentar del cuerpo los malos espíritus.
En Cesario de Hesterbach se observa que Guillermo abad de Sta. Águeda, de la diócesis de Lieja, habiendo ido a Colonia con dos frai­les de su orden tuvo que exorcisar a una mu­jer que estaba poseída de un demonio muy travieso. Hizo el abad al maligno espíritu al­gunas preguntas incoherentes a las que res­pondió este como mejor le pareció y por boca de la paciente, como sucede la mayor parle de las veces: mentía el diablo más que ha­blaba, y conociéndolo Guillermo le conjuró a que le dijese la verdad en todas las pregun­tas que iba a hacerle. Prometiólo el diablo y sostuvo su palabra dando nuevas al buen abad del estado de algunos difuntos de quienes de­seaba tener noticias; nombróle los que se ha­llaban ya en el cielo, y los que estaban purgando sus pecados. Al oir esto el abad se puso a rezar con fervor por los últimos; en­tre tanto uno de los frailes que le acompañaban quiso entablar conversación con el dia­blo “cállate, le dijo este, ayer le robaste a tu abad doce sueldos que aun tienes escondi­dos en un andrajo que llevas en la cintura… Aun podría nombrarte algunas otras picar­días de esta especie de las que te has guar­dado bien de confesar.
Oyendo el abad estas razones despidió de su lado al fraile; después mandó al diablo libertase de su presencia a la poseída “y a donde quieres que vaya? le replicó el demo­nio. — Mira abriré mi boca, añadió el abad y entrarás en mi cuerpo si puedes. — Hace mucho calor en él, dijo el espíritu de las ti­nieblas; hace poco que has recibido en él a tu Señor. — Pues entonces ponte a horcajadas sobre el pulgar de mi mano derecha. — Tus dedos están santificados y si me atreviese a hacerlo me arrepentiría más de una vez. — Pues yo te ordeno que abandones el campo y vayas a parar a donde más te acomode.
-¡Cachaza! contestó el diablo; he alcan­zado permiso para permanecer aquí dos años aun, y pasado este tiempo veremos…”
Al ver el ministro de la iglesia que no po­día sacar partido. — Al menos muéstrate, le dijo a nuestros ojos, en tu forma natural. —¿Me lo pedís? — Sí. Pues mirad”. Al mis­mo tiempo empezó la mujer a crecer de un modo tan extraordinario que la vieron como una torre de trescientos pies en el intervalo de dos minutos; alumbraban sus ojos con una luz rojiza, semejante a dos fraguas. El fraile que quedaba en su compañía sintió erizársele los cabellos y cayó desmayado; asustóse tam­bién mucho el abad, pero no tanto que el te­mor le impidiese mandar al diablo que vol­viera la poseída a su estado natural: obede­cióle diciendo has echo bien en mudar de pa­recer pues ningún hombre puede verme cual soy, sin que se muera de susto—”
Modo de exorcisar un espíritu. Ante todas cosas es preciso ayunar tres días consecutivos, mandar decir algunas misas y orar mucho;
despues llamar a cuatro o cinco sacerdotes devotos, aún mejor si son monjes que estén bien desengañados y libres de lodos los cargos ; este mundo, a fin de soportar con más serenidad el horror de que han de ser espec­iares. Tómese una vela bendita del día de la Candelaria, la imagen de Nuestro Señor, agua bendita y el incensario. Se acerca al lugar en donde dicen que aparece el espíritu re­citando los salmos penitenciales y el evangelio de san Juan, se arrodillan, y con voz tan humilde como fervorosa se pronuncia la si­rviente oración.
“Señor mío Jesucristo, que estáis en todos los secretos; que siempre concedéis a estos miseros pecadores las cosas que por vuestra dina bondad creéis serle provechosas, y que habeis permitido que un espíritu aparezca en estos lugares, suplicamos humildemente a nuestra benigna misericordia y poder infinito, por lo que padecisteis al expirar en la cruz, rira salvar al pecador, por vuestra preciosa sangre, que tengáis a bien mandarle que sin herir ni asustar a ninguno de los presentes manifieste a vuestros fieles servidores quien es, porque ha venido, y que pide, a fin de que con más razón podáis vos ser venerado por vuestros fieles subditos. En nombre del padre, del Hijo, y del Espíritu-Santo, Amén Jesus .
Siguen después las preguntas. “Rogárnoste en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que nos digas ¿quién eres? ¿de dónde vienes? ¿qué
quieres? ¿a quién deseas hablar? ¿cuántas misas. ayunos, limosnas, etc., exiges?” El espíritu acostumbra a responder excepto en las cues-
tiones que cree fuera del caso.
Esta especie de exorcismos no sirven mis que para los aparecidos y los espíritus de buen agüero; los demonios son gente más difícil de
tratar; y aquellos que hacían su danza nocturna en la imprenta de Lahart (Véase espíritus )daban de mojicones a los exorcisias capuchinos con menos miramiento que hubiera podido hacerlo un maestro de escuela con sus chiquillos.
Se atribuye a san Cipriano, obispo de Cartago, el modo de conjurar los cuatro diablos más principales. Exige muchas ceremonias, continuadas plegarias, fumigaciones de azu­fre. Las oraciones se hacen en el ritual.
Conjurando a un pobre hombre que tenía la desgracia de estar poseído, mostrábase el ángel rebelde muy pertinaz, y ni los oremus,ni el agua bendita, ni los exorcismos le deci­dían a alejarse.
No obstante, el fraile que hábilmente le atormentaba, no perdió las esperanzas, y al ca­bo de constantes esfuerzos viose el reprobo obligado a desalojar suplicando como por últi­ma gracia, que le permitiesen al menos entrar segunda vez en el cuerpo del paciente para castigarle de ciertos desacatos cometidos re­cientemente. Muy razonable era esta demanda, y él minisro del altar que apreciaba los bue­nos modales, y que nada negaba cuando se lo pedían cortesmente, continuó desde luego en las piadosas intenciones del espíritu, regoci­jándose interior y caritativamente de poder dar una leccioncita al paciente; pero sólo ac­cedió con la condición de que había de intro­ducirse por el trasero. Temblando el paciente fue a sentarse al momento en la pila del agua bendita, y apoderándose del hisopo exclamó: “Entra ahora si te atreves; pariente de Judas; ya te preparo el pago” de modo que no pu-diendo salirse el diablo con la suya se retiró murmurando.
ALQUIMIA, DEMONOLOGIA

BASILIO VALENTINO, alquimista

BASILIO VALENTINO Célebre alquimis­ta que ocupa entre los alemanes el mismo lu­gar que entre nosotros Nicolás Flamel. Su vida está mezclada de tamañas fábulas que algunos creen que jamás ha existido y algunos le ha­cen vivir en el siglo XII, otros en el XIV y aún en el xv. Añádese que era benedictino en Er­furt. Con sus experimentos químicos descubrió el antimonio, unos cerdos que comieron de este residuo de metal, engordaron prodigiosa­mente; Basilio le hizo tomar a los monjes, y reventaron.

Cuéntase que mucho tiempo después de la muerte de este benedictino, se abrió como por milagro una de las columnas de la catedral, encontrándose dentro de ella sus libros sobre la alquimia. Las obras de Basilio, o a lo me­nos las que llevan su nombre, están escritas en alemán, del que fueron traducidas al latín y algunas del latín al francés. Los adeptos bus­can principalmente de él el Azoth Aurilia; Philosophorum, impreso en Francfort el año de 1613, y traducido al francés en 1660; Las doce llaves de la Filosofía del hermano Basi­lio Valentino, tratando de la verdadera Medi­cina metálica; Apocalipsis químico, impreso en Herfurd el año de 1624; La revelación de los misterios de las tinturas esenciales de los siete metales y de sus medicinales virtudes, impreso en París en 1646; Del Microcosmo, el gran misterio del mundo y de la Medicina del hombre, impreso en Marpurg el año de 1609; El tratado químico filosófico de las co­sas naturales y sobrenaturales, de los minera­les y metales, impreso en Francfort el año de 1676, y la Aliografía, de la preparación, del uso y virtudes de todas las sales minerales, animales y vegetales, sacadas de los manus­critos de Basilio Valentino por Antonio Sal-mincio, impreso en Bolonia el año de 1644. La mayor parte de estas obras han hecho ade­lantar mucho a la química útil.
DEMONOLOGIA

PROSERPINA, Demonio

PROSERPINA
Esposa de Plutón según los paganos y reina del imperio infernal.
Segun los demonómanos Proserpina es archiduquesa y soberana princesa de los espíritus malignos.
DEMONOLOGIA

AZRAEL

AZRAEL
Ángel de la muer­te. Cuéntase que este ángel, pasando cierto día bajo una forma visible junto a Salomón, miró fijamente a un hombre que estaba sentado a su lado.
Este hombre preguntó quién era el que le había mirado de aquel modo, y ha­biéndole contestado Salomón que era el ángel de la muerte, le dijo: “Parece que me quie­re para sí, por lo que os suplico mandéis al viento que me lleve a la India”, llízolo al mo­mento, y el ángel dijo entonces a Salomón: “No es de admirar que haya observado a este hombre con tanta atención, puesto que tengo orden de ir a recoger su alma en la India, y me sorprendió encontrarle junto a ti en Pales­tina.
Véase Muerte, Alma, etc.
Mahoma contaba esta historia para probar que nadie podía escapar a su destino.