DEMONOLOGIA

BATIM, demonio

BATIM
Llamado también Martim, duque de los infiernos, grande y fuerte.
Que tiene la apariencia de un hombre robusto y lleva una cola de serpiente. Monta un caballo de lívida blancura; conoce las virtudes de las hierbas y piedras preciosas; transporta a los hombres de un país a otro con una ligereza increíble, y le obedecen treinta legiones.
DEMONOLOGIA

GAZIEL, demonio

GAZIEL
Demonio encargado de la custo­dia de los tesoros subterráneos, los que trans­porta de una parte a otra, para sustraerlos de los hombres. El es quien conmueve los cimien­tos de las casas y hace soplar los viento; acom­pañados de llamas.
Algunas veces forma dan­zas que desaparecen de repente: inspira el terror, con un gran ruido de campana y cas­cabeles,  reanima los cadáveres por un mo­mento.
DEMONOLOGIA

ANTONIO, gran Diablo

ANTONIO Un gran diablo de enorme ta­lla fue un día a ofrecer sus servicios a san Antonio; por toda respuesta el santo le miró de reojo y le escupió a la cara, y el demonio se desvaneció sin decir palabra, y según dice la leyenda no se atrevió por mucho tiempo a aparecer en la tierra: léase la leyenda áurea de Santiago Bonagine, leyenda 21.
Apenas podría creerse que san Antonio hu­biese tratado con tanta aspereza al diablo, sino se supiese cuántas tentaciones había su­frido, y difícilmente se creerá que hubiese recibido tantos ataques por parte del diablo, si se hace memoria de que decía: tan poco temo al demonio como a una mosca, y estoy seguro de hacerle huir con una señal de la cruz. San Anastasio, que escribió la vida de san Antonio, mezcló entre las aventuras de su héroe con el diablo algunos discursos que for­man un contraste muy singular. Algunos fi­lósofos admirados de la gran sabiduría de Antonio, le preguntaban de qué libro había sacado tan hermosa doctrina, y el santo les mostraba con una mano el cielo y con la otra la tierra, diciéndoles: ved aquí mis libros, nunca he tenido otros. Si los hombres se dig­naban estudiar como yo las maravillas de la creación, ¡cuántos discursos de sabiduría en­contrarían en ella! Quedarían admirados y su espíritu se elevaría pronto de la creación al Creador… Seguramente no habla de esta suerte un hombre que tiene comercio con el diablo.
DEMONOLOGIA, LIBROS

LAS LETANÍAS DE SATAN, Charles Baudelaire

LAS LETANÍAS DE SATAN
¡Oh, el más sabio y más bello de los ángeles todos, Dios privado de suerte a quien nadie bendice,
oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
¡Yo te llamo el gran Príncipe del destierro, agraviado y que cuando es vencido, vuelve a erguirse más fuerte,
oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
jTú que todo lo sabes, rey del mundo abismal, curandero perenne de congojas humanas,
oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
¡Tú que incluso al leproso, a los parias malditos, através del amor haces ver el Edén,
oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
¡Tú que amando a la Muerte, vieja y recia querida, la Esperanza engendraste… esa espléndida loca.
Oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
¡Tú que das al proscrito esa altiva mirada que condena a las gentes ante todo cadalso,
oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
¡Tú que sabes en dónde, en qué tierra envidiosa, ocultó unDios celoso los tesoros del mundo
Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
¡Tú que ves con tus ojos el profundo escondrijo donde duerme enterrado el metal que buscamos,
oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
¡Tú que ocultas abismos con tu anchísima mano al sonámbulo errante de las altas cornisas,
oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
¡Tú que mágicamente haces blandos los huesos del borracho inseguro al que arrolla un caballo,
oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
¡Tú que das el consuelo al que es débil y sufre enseñando a mezclar con azufre el salitre,
oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
¡Tú que dejas tu signo, sutilísimo cómplice, en la frente del Creso implacable y ruin,
oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
¡Tú que inspiras en pechos de rameras el culto de la llaga sangrante y el amor al andrajo,
oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
¡Oh bastón de exiliados y candil de inventores, confesor del ahorcado y de aquel que conspira,
oh Satán, ten piedad de mi larga desdicha!
DEMONOLOGIA

LETANÍAS DE LA JUNTA DE BRUJOS

LETANÍAS DE LA JUNTA DE BRUJOS Los viernes y miércoles se cantan en la junta de brujos estas letanías:
Lucifer, miserere nobis.
Belzebut, miserere nobis.
Leviatan, miserere nobis.
Belzebut, príncipe de los serafines: ora pro nobis
Baalberito, príncipe de los querubines: ora pro nobis.
Astarot, príncipe de los tronos: ora pro nobis.
Rosiero, príncipe de las dominaciones: ora pro nobis. 
Carro, príncipe de las potestades: ora pro nobis.
Belias, príncipe de los vertus: ora pro nobis.
Perrier, príncipe de los principados:ora pro nobis.
Olivier, príncipe de los arcángeles:ora pro nobis.
Junier, príncipe de los ángeles: ora pro nobis.
Féretro: ora pro nobis. Boca humeante: ora pro nobis.
Piedra de fuego: ora pro nobis.
Carnívoro: ora pro nobis.
Terrier: ora pro nobis.
Cuchillero: ora pro nobis.
Candelero: ora pro nobis.
Behemoto: ora pro nobis.
Alondrilla: ora pro nobis.
Belfegor: ora pro nobis.
Sabathan: ora pro nobis.
Garandiero: ora pro nobis.
Dolers: ora pro nobis.
Piedra-fuerte: ora pro nobis.
Axaphat: ora pro nobis.
Prisier: ora pro nobis.
Kakos: ora pro nobis. 
Lucesme: ora pro nobis.
DEMONOLOGIA

EURINOMIO, demonio

EURINOMIO

Príncipe de la muerte, dia­blo principal segun algunos demonómanos.

Tiene unos colmillos muy grandes y agudos, un cuerpo diforme y lleno de llagas; cubre sus fealdades con una piel de zorra. Añade Pausanias que se alimenta de cadáveres y de­más cuerpos muertos.

En el templo de Delfos había su estatua, con afilados dientes pareci­dos a los del carnívoro tigre pronto a lanzarse sobre su presa, sentada sobre una piel de car­nero.

DEMONOLOGIA

Invocaciones, Cornelius Agripa

INVOCACIONES

Agripa dice que para invocar al diablo y obligarle a aparecer se sirve de estas palabras mágicas:

Dies mies, jesquet benedo efet douvema enitemaus! 

Como estas palabras no son difíciles de pronunciar, es fácil de hacer la prueba.

Pero Pedro Lelo-yer dice que los que tienen pecas en la cara no pueden hacer venir los demonios aunque los invoquen. Véase Evocaciones y conjuros.

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FORNEO, demonio

FORNEO
Gran marqués infernal.
Pareci­do a un monstruo marino. Instruye al hombre en los más graves asuntos; hace bien a sus amigos y mal a sus enemigos.
Tiene en su po­der veintinueve legiones de tronos y ángeles.
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MEFISTOFELES, demonio de Fausto

MEFISTOFELES Demonio de Fausto.

Que se conoce por su fría estupidez, por su amargo sonreír insultante para el afligido y el feroz regocijo que muestra al aspecto del dolor; él es quien por medio del placer ataca a la vir­tud y hace despreciable el mejor talento.

Des­pués de Satanás es el jefe más terrible del infierno (1). Véase Fausto.

DEMONOLOGIA

Evocaciones

EVOCACIONES El que quiera evocar al diablo debe primeramente hacerle un sacrifi­cio de un perro, un gato y una gallina, con la condición de que estos tres animales han de ser propiedad suya: le jura después fidelidad y obediencia, cumpliendo al momento una penitencia marcada por el diablo en persona. Por este medio se adquiere el poder absoluto sobre los tres espíritus infernales, la tierra, el mar y el aire.

También se puede hacer venir al espíritu de las tinieblas leyendo una oración del libro májico con las competentes ceremonias. Pero desde que se presenta es necesario hacerle gra­cia de alguna cosa, aunque no sea más que un zapato, un cabello, una paja, etc. pues juega muy malas tretas; y cuando se le llama sin hacerle el presente de costumbre, tuerce el pescuezo al que le ha invocado.
Tenían dos caballeros malteses un esclavo que se vanagloriaba de poseer el secreto de evocar a los diablos y obligarles a que le descubriesen las cosas secretas. Condujéronle en cierta ocasión a un antiguo y arruinado casti­llo, en el que sospechaban que había un tesoro escondido desde la más remota antigüedad. Descendió el esclavo a un subterráneo, hizo sus ceremonias, y abriéndose una piedra des­cubrió un cofre, procuró apoderarse de él pe­ro en balde; cuando él se acercaba, el cofre desaparecía.
Desesperando por último de salir con bien de su empresa, fue a decirles a sus amos lo que ocurría, añadiendo que le dejasen un rato solo, para pensar en qué consistía aquel portento y que tuviesen la bondad de enviarle algunos licores para reponer al mismo tiempo sus fuerzas estenuadas: concediéronle cuanto pedía, y pasadas algunas horas, viendo que no salía del cuarto en que se había encerrado, fueron a ver lo que hacía; derribaron la puer­ta, y después de sentir un olor de azufre le encontraron tendido en la sala, muerto, con la cara vuelta a la espalda, y toda su carne achi­charrada. Viendo esto los caballeros se apre­suraron a mandarlo trasladar a la orilla del mar desde donde le precipitaron con una pie­dra atada al pescuezo.

Cuenta Muchemberg en la continuación del Argenis que el mágico Lepilis trataba con mucha dureza a los seres infernales, y hacía eri­zar los cabellos a los presentes cuando vocife-raba sus execrables evocaciones. Divinidad nocturnas, exclamaba, apresuraos a compare­cer ante mí; temed ofender estos cabellos canos y esta vara, porque bien pronto os arrepen­tiríais de vuestra tardanza. Ya os lo advier antes; obedecedme al momento, de otro modo haré penetrar la luz del día en vuestras te­nebrosas regiones, os desalojaré de todas ella;. os destituiré de todo poder, y os perseguire en el fuego, en los panteones, os arrojaré de los sepulcros, y no permitiré ni aún a los de­siertos de la Tebaida prestaros asilo en su soledad. Y tú, arbitro de los infiernos, si me temes manda a tus espíritus, ordena a las fu­rias, obliga a algunos seres a comparecer: arrójalos de tus dominios a puntapiés, y no permitas que interrumpa otra vez el silencio en que yacen por las más terribles amena­zas”. Y aunque no fuere más que porque de­jase de proferir tales blasfemias, su demanda le era otorgada; al cabo de algunos segundo; se dejaba oír un ruido sordo que se acrecen­taba por momentos, y por último se veía la es­tancia del májico invadida por una legión de espíritus malignos que casi siempre eran invisibles para las personas que alli se encontraban, los Diablos tienen la mania de no dejarse ver mas que por aquellos que lo llaman, y ni aun los que profesan la fe de Mahoma, y demas religiones pueden verlo, lo que nosotros no dudaremos, pues ellos mismos nos lo confiesan.

No pudiendo san Macario convertir a un hereje, le dijo: vamos, pues, a un sepulcro y que nos instruya un difunto de la verdad que no queréis creer; rehusó el infiel, y san Macario se dirigió a la iglesia donde evocó un muerto; éste le contestó que si el hereje se encontraba allí, el mismo se hubiera levantado para convencerle; ordenó después el santo que durmiese hasta el día del juicio final. El mis-

 

mo evocó en otra ocasión un esqueleto que le dijo que los malos, y aun los mismos here­jes tenían algún consuelo en ver inmutarse a los buenos al observar los horrorosos marti­rios que les hacían sufrir en el infierno.
Lactancio reprocha a los filósofos Demócra­tas, Epicúreo y Dicearco, que negaban la in­mortalidad del alma, diciéndoles que no se hubieran atrevido a sostener su opinión ante un mágico que por el secreto de su arte y encantos tuviera el poder de obligar a las al­mas del mismo infierno a comparecer, y ha­cerlas hablar prediciéndoles el porvenir.
Modo de evocar los espíritus. Para hacer aparecer a un espíritu se necesita primero sa­ber su nombre y sus prerogativas, tener lim­pia la conciencia desde tres o cuatro días a lo menos; hacer un círculo con el meñique de la mano izquierda en la arena, y penetrarse bien de lo que se va a hacer. Después con voz fer­vorosa se recitará la siguiente fórmula de evo­cación.
“En nombre de Nuestro Señor Jesu-Cristo, Padre, Hijo y Espíritu-Santo, solo un Dios en esencia y Trino en persona, yo te evoco, es­píritu (se le nombra) para que seas mi ayuda, mi apoyo, protejas mi cuerpo, ampares mi al­ma, y acrecientes mis riquezas. Por la virtud de la Santa Cruz, de la pasión y muerte del Todo poderoso; yo te requiero por todos los Santos de la corte celestial, por los padeci­mientos de la bienaventurada siempre Virgen María, y por el santo nombre de su hijo Señor de los ejércitos que ha de juzgar a los vivos y a los muertos. Tú que eres alpha y omega rey de los monarcas, emperador de los reyes Joth, Aglanabath, Elabiel Anathi, Enathiel, Amazin, Sedómel, Gayes, Tolima, Elias, Ischiros, Athanater, Imas, Keli, Mesías, por todos esos re­verenciados nombres que he proferido, y pol­los que no, yo te invoco, te suplico, Señor Dios mío, por vuestro nacimiento, bautismo, pasión y muerte, por vuestra preciosa sangre que derramasteis por salvar al pecador, os adoro, os bendigo, y ruego os digneis aceptar mis votos”.

Tal es la forma bárbara empleada por el idiotismo en otros tiempos para alucinar al ignorante vulgo. Parece imposible que hayan sido realidad tantas ruindades y sandeces.