DEMONOLOGIA

Matthew Hopkins, Gran brujo

Hopkins (brujería) Matthew Hopkins

Una de las mayores autoridades en la caza de brujas lle­vada a cabo en Inglaterra durante el siglo XVII. En catorce meses envió al patíbulo a más perso­nas que todos los demás cazadores de brujas ingleses. Aferrándose a la Demonología del rey Jaime, recorrió diversos condados de Inglaterra acusando de brujería y ajusticiando a toda aque­lla persona que era denunciada a sus ayudantes.

En abril de 1646 le plantaron cara diversos pue­blos, con lo que terminó su carrera «justiciera» retirándose a sus posesiones de Manningtree. donde murió de tuberculosis un año más tarde.

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MARTINITO, demonio

MARTINITO
Demonio familiar que acom­pañaba a los mágicos y les prohibía empren­der nada sin su permiso, ni salir de un lugar sin despedirse del compadre Martinito.
Tam­bién algunas veces dispensaba a los viajeros algunos favores, indicándoles los caminos más cortos y menos peligrosos, lo que prueba que aún entre los demonios hay gentes de bien.
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Gilles De RAÍS

RAÍS (Gilles de )

Mariscal de Francia que fue ejecutado como a convencido de sodomía y brujería en el siglo xv.

Si quieres saber mas sobre Gilles de Rais, lease DOLOR Y VOLUPTUOSIDAD, Sadicos famosos.

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MANDRAGORAS

MANDRAGORAS
Demonios familiares; aparecen bajo la forma de pequeños hombres sin barba y con los cabellos esparcidos. Llámanse también mandragoras a unos muñequi-llos pequeños en los cuales habita el diablo y que los brujos consultan en sus embarazos.
Los antiguos atribuían grandes virtudes a la planta llamada mandragora, tal como la de procurar la fecundidad de las mujeres. Las más excelentes de estas raíces eran las que habían sido rociadas con la orina de un ahor­cado, pero no se podían arrancar sin morir, y para evitar esta desgracia ahondaban la tie­rra en todo alrededor de la raíz, ataban el extremo de una cuerda en ella y el otro ex­tremo al cuello de un perro, y en seguida, haciéndole a latigazos huir de allí, arrancaba la raíz; el pobre animal moría en esta opera­ción, y el dichoso mortal que tenía entonces esta raíz no corría ningún peligro y poseía un tesoro inestimable contra los maleficios.
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RAUM o AIM, demonio

RAUM o AIM

Gran conde del sombrío imperio que se presenta bajo la forma de un cuervo, cuando se le conjura; destruye ciuda­des y da dignidades.

Es del orden de los tro­nos y manda treinta legiones.

ALQUIMIA, DEMONOLOGIA

PARACELSO, importante figura del ocultismo del renacimiento

PARACELSO Nació en el cantón de Zu­rich, el año 1493. Viajó, y se visitó y confe­renció con casi todos los médicos de Europa, Pasaba por el reformador de la medicina y pretendió arrancar el cetro a Hipócrates y Ga­leno, cuyos principios y método quiso criti­car. Débesele el descubrimiento del opio y del azogue, cuyo uso enseñó.
Paracelso es principalmente el héroe de los que creen en la piedra filosofal y le atribu­yen la ventaja de haberla poseído, apoyándose para esto en su propia autoridad. A pesar de todo era un insigne charlatán; cuando esta­ba beodo, dice Weternus que permaneció vein­tisiete meses en su compañía, amenazaba con hacer venir un millón de diablos para demos­trar el poder e imperio que tenía sobre ellos; empero, semejantes extravagancias no se las oyó decir jamás estando en ayunas. Tenía un demonio familiar encerrado en el puño de su espada: decía que Dios le había revelado el secreto de hacer oro, y se alababa de poder, ya por medio de la piedra filosofal, ya por virtud de sus remedios, conservar por muchos siglos la vida de los hombres y, sin embargo, murió a la edad de cuarenta y ocho años, el de 1541, en Salsburgo.
DEMONOLOGIA

CÓDIGO DE LOS BRUJOS

CÓDIGO DE LOS BRUJOS Boguet, lleno de celo por la extinción de los mágicos, ha puesto al fin de su Discurso sobre los brujos una instrucción para un juez en una causa de hechicería.
Esta curiosa relación está dividida en no­venta y un artículo, y se la conoce general­mente con el título de Código de los brujos;he aquí un resumen de él (1).
El tribunal del distrito instruye el proceso y lo juzga, pero no deben seguirse para ello las formas ordinarias. La presunción de bru­jería basta para hacer prender a las personas; el interrogatorio debe seguir luego de la pri­sión, porque el diablo socorre a los hechice­ros en la cárcel.
El juez debe preguntar al acusado si tiene hijos, y reparar con atención el semblante de los brujos, ver si el interrogado no derrama lágrimas; si mira al suelo; si murmura apar­te, si blasfema; todo esto son indicios.
Muchas veces la vergüenza impide a los brujos el confesarlo todo; para esto es bueno que el juez esté solo, y el escribano oculto para notar las respuestas.
Si el brujo tiene delante de él un compa­ñero del sábado, se turba. Débese afeitar al hechicero para poner a descubierto el sortile­gio de taciturnidad… No se le ha de meter en un baño, pues el sufragáneo de Treveris dice que es un pecado.
Es preciso examinar el acusado con un ci­rujano para buscar las señales. —Si no quie­re confesar el crimen se lo meterá en una dura prisión, y se tendrán apostadas en ella perso­nas de confianza para arrancar la verdad al paciente.
Algunos doctores quieren que se les pro­meta el perdón, y que no por esto se deje de pasar a la sentencia; pero esta costumbre, aprobada por infinito número de doctores, me parece algún tanto bárbara.
El juez no hará caso del tormento para con el acusado, pues que ningún daño hace a los hechiceros; no obstante es permitido ha­cerlo en un día de fiesta.
Si el acusado se le halla pringado de un­güentos, si la voz pública le acusa de bruje­ría, es indudablemente brujo. Las contradic­ciones en sus respuestas, los ojos fijos en la tierra y la mirada esquiva, son indicios lige­ros; los graves son el nacimiento: como por ejemplo, si es hijo de hechicero, si está mar­cado, si blasfema etc.
Los hijos son admitidos a deponer contra sus padres. Los testigos recusables deben tam­bién ser oídos, y así mismo los niños. Las con­tradicciones en las respuestas de un testigo no pueden hacer presumir en la inocencia del acusado, si todos en general le acusan de he­chicero.
La pena que se les impone es el suplicio del fuego; a los brujos se les ahoga y se les quema después; los mágicos y hechiceros se­rán quemados vivos.
Condénase justamente por conjeturas y pre­sunciones; entonces no se queman, pero al me­nos puede prendérselas.
El juez asistirá a las ejecuciones, seguido de su escribano, para recoger las deposicio­nes…
Esta excelente obra de jurisprudencia y hu­manidad, añade M. Garineti, recibió en su época la aprobación general. Boguet la dedicó a Daniel Romanez, abogado de Salín. Este có­digo está autorizado con la siguiente aproba­ción: “Yo, el abajo firmado, doctor en sagra­da teología, confieso haber leído el libro ti­tulado:Discurso sobre los brujos, en el cual nada he hallado contrario a la religión cató­lica, apostólica y romana, ni a las sanas cos­tumbres: sino más bien llena de buenas doc­trinas. Dole, 13 agosto de 1601.
Firmado De La Barre.”
(1) Redactado por M. Carinen’, “Historia de la magia en Francia
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OB, demonio

OB

Demonio de los sirios que, según pa­rece, era ventrílocuo.

Daba oráculos por las partes naturales, por el trasero o por cualquie­ra otra cavidad que no tuviese el órgano del habla; pero siempre con voz baja y sepulcral, de modo que el que le consultaba muchas ve­ces no le oía bien o, por mejor decir, oía lo que mejor le venía.

 

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MULLIN, demonio

MULLIN
Demonio de orden inferior, ca­marero mayor de Belzebut.
En ciertas causas de brujería se encuentra también cierto maestro Juan Mullin que es el ayudante del gran maestro de las reuniones de brujos.
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MORGANA

MORGANA Hermana de Artus y discípula de Merlin.
Quien le enseñó la magia; es cé­lebre en las novelas y romances de caballería.
Por sus encantamientos, y por las tretas que jugó a Gcnieva, hermana suya, que habiéndola sorprendido con un amante, había tenido la imprudencia de publicar su deshonra.
En Bretaña es una hada, una de las profe­tizas de la isla de Saine, y la más poderosa de las nueve hermanas druidas.