DEMONOLOGIA

Flauros o Flauro

FLAURO

General mayor de los infiernos.

Se presenta bajo la enorme figura de un leopardo, y cuando toma la figura humana es horrible su rostro y tiene los ojos encendidos; conoce lo pasado, lo presente y lo futuro, subleva a todos los demonios y espíritus contra sus enemigos los exorcistas y manda veinte legiones..

DEMONOLOGIA

Samael

SAMAEL Príncipe de los demonios, según los rabinos ; el fue quien montado en una serpiente sedujo a Eva. Tiénenlo también por el ángel de la muerte al que representan ya con una espada, ya con un arco y flechas.

Samael (demonología) Ángel de la muerte y del envenenamiento, casado con el ángel de la prostitución, Iset Zemunin. Los cabalistas afirman que no solo se ocupan de la sexualidad humana ciertos ángeles, como Aniel, Anael, Saquiel, Sarabotes, Amaniel, Abalidot y Flaef, sino que hay también ángeles malos con la misma dedicación. En una de las escrituras rabínicas Samael aparece identificado como el ángel de la muerte. Para ciertos comentaristas de los textos hebreos es la gran serpiente con doce alas que arrastró consigo el sistema solar, el demonio que ayudó a seducir a Eva y debió ser el verdadero padre de Caín.

DEMONOLOGIA

El culto a los Muertos , Vodeau, vudu, voodoo

Ya durante el período esclavista, los misioneros quedaron sorprendidos por la energía que los esclavos eran capaces de desplegar para apoderarse de los ritos mortuorios católicos, a pesar de la voluntad de los administradores de celebrar funerales sumarios a los esclavos muertos. Más tarde, desde la abolición hasta nuestros días, una de las demandas más importantes del seguidor del vudú a la Iglesia católica sigue siendo la misa de difuntos. Más que el bautismo, la comunión y el culto de los santos, aparece no como una ceremonia destinada a hacer agradable a Dios el alma del difunto, sino como un rito integrado en el vudú, que expresa una demanda de reconocimiento social. Sobre todo porque en ella están presentes la mayoría de los medios sociales, la iglesia resulta el lugar de acogida privilegiado.
CUIDAR A LOS MUERTOS POR LA PAZ DE LOS VIVOS
Toda muerte reconocida tiene, pues, efectos beneficiosos para el reconocimiento social de los vivos. El esclavo aferrado al culto de los muertos percibió perfectamente que la relación con los difuntos determina las formas y conductas sociales. En este sentido, no es el miedo a la muerte física lo que justifica lo que parece ser una pasión por los muertos en el culto del vudú, sino que es la voluntad de recobrar y afirmar la dignidad humana lo que empuja al esclavo a utilizar todos los medios a su disposición para rendir homenaje a los muertos. En definitiva la muerte real del individuo, puesto que de otro modo éste seguiría persiguiendo a los vivos y les haría la vida insoportable. La muerte deja de ser una fuente permanente de angustia; sólo cabe hacer frente a su realidad bajo la acción del grupo social o de la comunidad.
Por supuesto, hoy en día los comportamientos tradicionales tienden a desaparecer a medida que se produce el trasvase del campo a la ciudad, así como de las clases populares a la clase media y la gran burguesía, más afectadas por la modernidad.

EVITAR LA CONTAMINACIÓN
Cuando muere un individuo, uno de los familiares presentes lanza un grito (o ré) que anuncia el fallecimiento a todo el vecindario. Amigos v parientes no tardan en reunirse v da entonces inicio una operación de alejamiento de todo cuanto recuerda al muerto, empezando por los vestidos y los bienes. En otras palabras, el acto real del fallecimiento se convertirá poco a poco en una producción de la propia comunidad. Se trata de separar al muerto de la compañía de los vivos, trazar una línea de demarcación entre él y su comunidad, y eso no se logrará en un solo día.
Al ser la muerte la separación del cuerpo de los diferentes elementos espirituales que hacen de él un ser humano, habrá que velar para que cada uno de esos elementos se disperse y encuentre nuevos espacios en los que fijarse. Durante los primeros momentos del fallecimiento, el alma del muerto sigue rondando alrededor del cadáver, circula incluso por la casa. Es capaz de contaminar a los vivos; es fuente de peligro, ya que puede arrastrar a otros a la muerte con ella. Todos los preparativos y cuidados que rodearán los funerales tendrán por objeto organizar la partida definitiva del muerto, tras lo cual se pondrá en marcha un proceso de reintegración del difunto en el seno de la comunidad, en calidad de ‹< protector potencial»

LOS ESPÍRITUS SE DESPEGAN
Antes de los funerales, si el muerto era un iniciado del vudú, debe someterse a un rito llamado dessoimen, una degradación para despegar al espíritu protector (loa uiét-tél) al que había consagrado su vida. Hasta que no se lleve a cabo ese rito, el muerto se considera todavía como vivo. El ott/tr;an (sacerdote vudú) empieza por alejar a parientes y amigos y luego con el assou (sonajero que simboliza el poder sobre los espíritus) llama al twa mél-lét, que se aloja aún en la cabeza del difunto. Según dicen, éste amaga un movimiento con el tronco, y ése es el signo de que el loa ha huido del cadáver Entonces es posible que acuda a poseer a un familiar cualquiera de la casa, que se convertirá de ese modo en heredero de ese loa. En cuanto al alma propiamente dicha del difunto se la puede atrapar en un recipiente: se procede a cortar algunos mechones de cabello o algunas uñas que, colocados un pote, constituyen una garantía contra cualquier utilización con fines maléficos del alma del muerto.
Estas prácticas y creencias explican que, con motivo de la limpieza del cadáver, el encargado o, más a menudo, la encargada de la operación pueda entablar conversaciones con el muerto, como si estuviera vivo.

Así, el difunto partirá hacia el mundo invisible cargado de mensajes que recordará al final de su viaje. La tradición del interrogatorio, muy común en el África negra, se ha conservado en Haití no sólo durante el lavado, sino también durante la vela del muerto.

EL FORTALECIMIENTO DE LOS LAZOS COMUNITARIOS
Familiares, amigos y vecinos se reúnen durante toda la noche hasta el alba. Se preparan mesas de juego para los hombres; las mujeres preparan té y café.
La velada está puntuada por los gritos de las plañideras, los reproches y las peticiones dirigidas al muerto, por las plegarias y los cánticos.
Sin embargo, la vela no deja de ser un tiempo de diversión colectiva: se relata la vida del difunto, se narran historias, cuentos y adivinanzas para divertir a la concurrencia. El éxito de la vela constituye, no cabe duda, un signo de la importancia de la categoría social del muerto, pero el objetivo es sobre todo superar la desesperación ante el carácter irremediable de la muerte mediante una reafirmación de la vida.
Todas las precauciones tomadas en torno al lecho mortuorio tienden a mostrar que la retirada del mundo de los vivos tiene que organizarse y representa un proceso largo, complicado y peligroso. El aseo del muerto,   la tarea de vestirlo y colocarlo en el ataúd, el traslado desde la casa a la iglesia al cementerio deben respetar unas reglas de orientación muy estrictas destinadas a desorientar al muerto, impedirle que retorne a su punto de salida para que no inquiete a los ivos. En este sentido, la inhumación es otra etapa más en la producción de la partida definitiva.
El duelo tiene como función hacer participar al vivo en la condición del muerto, hasta que éste acabe por corresponderse con su categoría de invisible. Su duración varía entre los seis meses y los dos años, segun el grado de parentesco o alianza con el difunto. Cuando el luto se levanta significa que el muerto ha culminado por fin su retirada de la compañía de los vivos.

«MAME-TEMO»: EL VIÁTICO

Una Vez cumplimentados los ritos de separación, se ofrecen periódicamente a los muertos comidas llamadas nunde-lénzó, en las cuales participan amigos y miembros de la familia. En efecto, cl muerto necesita alimento y bebida durante el viaje por el mundo invisible que está situado bajo las aguas. En un primer momento siente frío y tiene que calentarse. Con este propósito se lleva a cabo el rito del boule-zen, consistente en pasar por el fuego el espíritu presente simbólicamente en los potes, por medio de los mechones de cabello o las uñas cortados antes de introducir el cuerpo en el ataúd. Se untan de aceite los potes o las ollas y luego se enciende un fuego que significa la retirada del alma del difunto de las aguas en las que permanece.
Sin embargo, lo más importante sigue siendo el interrogatorio al que es sometido de nuevo el difunto. A partir de ese momento puede atender las peticiones que se le dirigen. Se dialoga con él, porque ha accedido a una nueva vida en la cual conoce el secreto de la vida y la muerte. Al ser alimentados, los muertos resurgen hacia los vivos. Cercano a los espíritus vudú y pronto espíritu titular él mismo, un muerto bien alimentado puede dar consejos en sueños, transmitir dones o conocimientos sobre plantas y hojas medicinales, a veces incluso predecir el número ganador de la lotería o la borlette (juego de azar popular), o conceder toda clase de favores y riquezas.

Los GEDÉ, UNOS «LWA» DE LA MUERTE FÁLICOS Y BROMISTAS
Una de las ceremonias más importantes del vudú es la ceremonia en honor de los Aya de la muerte, los lwa Gedé, que, en la mayor parte de los oufb, tiene lugar los días 1 y 2 de noviembre. Todos los cementerios, tanto los públicos como los privados creados en las propiedades familiares del campo, se llenan de visitantes. Las tumbas se limpian de malas hierbas, y se aprovecha la ocasión para blanquearlas. Durante las ceremonias, es posible encontrar en mercados y calles a personas poseídas por los Gedé, puesto que esos lira se adueñan durante unos días del espacio, y resulta una imprudencia negarles el saludo. De todos modos su aparición, el día de los muertos, provoca risas con facilidad; en efecto, los Gedé son lira fálicos que cuentan historias

subidas de tono, ejecutan danzas lúbricas y se dedil a star bromas a los participantes, a robarles el dinero o los objetos. Asimismo, les gusta beber ron y comer bien. A veces, sobre el altar del oufo se encuentra expuesto un enorme falo de madera, su principal atributo, que es ofrecido al «poseído» en el momento del trance. En realidad, el comportamiento excentrico de los Gedé es un arte de convertir la muerte en burla. Representar el papel de muerto para eiluivar la muerte, tal es quizá el destino de los Gedé, porque si bien la muerte sigue siendo una necesidad, la reafirmacion de la vida permite afrontar con exito. Su llegada siempre es acogida con alegria por los asistentes. Siempre es posible contar con los para introducir una nota de franca alegría en el desarrollo de las ceremonias más serias. Su voz gangosa basta para producir un efecto comico.
(Alfred Metraux).

MONSTRUOSIDADES, TORTURA

Del Museo de los Suplicios, La Estaca, simbolo de poder falico

La estaca, símbolo de poder fálico
Desde diversos puntos de vista, el apalea miento recuerda la flagelación, y su práctica n( es menos arcaica: las pirámides de Egipto, la: murallas de Nínive y las fortificaciones de Mice nas fueron construidas a estacazos. El empleo d( este método valió la pena… si no consideramos el sufrimiento ajeno. Símbolo de poder fálico, 11 estaca doma a las mujeres, intimida a los esclavos y castiga a los culpables. A veces tiene pode. res mágicos, como, por ejemplo, en manos de Moisés o en las de las hadas. Cura enfermedades, facilita los partos, apacigua la cólera divina y endurece el trasero de los esclavos que, gracias a ella, pueden venderse a mejor precio.
Cada pueblo tenía su manera particular de apalear. Los turcos, por ejemplo, se centraban en el dorso de los pies, mientras que los romanos golpeaban, por este orden, la espalda, el vientre y los muslos, con ramas de olmo, de abedul o de fresno. Totalmente desnudos por orden de los lictores, los condenados a menudo sufrían la pena del escorpión, es decir, la flagelación con un palo rugoso o cubierto de espinas. Era preferible eso a la bofetada china, propinada en pleno rostro con una ancha tira de cuero, o al apaleamiento con láminas de hierro que se infligía a los primeros cristianos.
Los chinos eran partidarios de la estaca, y la aplicaban con severidad. El mínimo eran veinte golpes. Además, los fustigadores debían postrarse ante el juez y agradecerle su indulgente y paternal método correctivo. Con frecuencia, las nalgas desnudas del condenado sufrían la caricia de un bambú biselado: los golpes se asestaban paralelamente y su intensidad iba creciendo de modo progresivo, hasta que se acababa por no distinguir ningún rastro en la masa de carne enrojecida.

La Biblia (siempre volvemos a ella) alude al garrote de los faraones, los reyes de Babilonia y los seleúcidas. Nadie se libraba del correctivo, ni siquiera Eleazar, quien al sufrirlo dio a la juventud un hermoso ejemplo de valor y virtud. Los judíos limitaban el uso de la estaca (lo mismo que el del látigo) a cuarenta golpes. «Si cuando entre algunos hubiere pleito, y llegado el juicio, absolviendo los jueces al justo y condenando al reo, fuere el delincuente condenado a la pena de azotes, el juez le hará echarse a tierra y le hará azotar conforme a su delito, llevando cuenta de los azotes, pero no le hará dar más de cuarenta, no sea que pasando mucho de este número quede tu hermano afrentado ante ti» (Deuterono mio, XXV, 1-4).

El apaleamiento podía resultar mortal cuando se aplicaba a una persona enferma del corazón. El presidiario Castellan pereció por este motivo. «Castellan fue conducido ante el comisario y condenado a recibir cincuenta azotes de cuerda. Los “divertidos”, como el comisario llamaba a sus ejecutores, golpearon con todas sus fuerzas, sin la menor consideración. A los primeros golpes, el desgraciado empezó a lanzar espantosos gritos; a partir de los treinta su voz prácticamente se extinguió; al llegar a los cuarenta, comenzó a exhalar apagados suspiros; luego, se calló. Cuando el apaleamiento finalizó, Castellan estaba muerto» (Histoire des Bagnes, tomo I, p. 546). Los presidiarios, que solían ser azotados con cuerdas, encontraban un ligero alivio mordiendo su gorro o la camisa que les introducían en la boca para que no se oyeran sus gritos. En sus Mémoires, Poulmann nos describe el suplicio desde el punto de vista de la víctima:
«Fui… despojado de mi casaca y mi camisa, y atado boca abajo en un banco de alrededor de un metro de longitud. El ejecutor, armado con una soga alquitranada del grosor de una vela, esperaba con los brazos cruzados que le ordenaran comenzar.
»Al sonar un segundo silbido, la soga cayó sobre mi espalda.
»Un ayudante contaba los golpes.
»La primera sensación de dolor fue tan intensa, que un grito escapó de mi pecho. Luego, me callé y soporté los cincuenta golpes sin manifestar ningún signo de sufrimiento. Cuando todo hubo terminado se dieron cuenta de que había dejado en el banco la marca de mis dientes.
»Pero eso fue todo.
»En cuanto el ayudante gritó “¡Bastar, vertieron chorros de vinagre eñ mi espalda magullada y sangrante, y a continuación la cubrieron con una capa de sal.
»¡Es imposible describir el insoportable dolor que sentí!
»Aquello era demasiado para las fuerzas de un hombre; estaba exhausto.
»Perdí el conocimiento.
»Debo decir que rociar las llagas vivas con vinagre y sal no es, como podría creerse, un cruel refinamiento, sino, por el contrario, un acto de humanidad. Al principio el dolor es atroz, pero gracias a esta mezcla las llagas cicatrizan con rapidez y las magulladuras desaparecen.»

En cambio, el uso de las disciplinas en el penal de Cayena sí constituía un acto de crueldad refinada. Barthélemy Poncet, que desnudo, atado a unas anillas y amordazado, sufrió este castigo, explica:
«Las disciplinas se componen de cuatro, seis u ocho sogas, gruesas como el mango de un portaplumas, alquitranadas y curvadas por un extremo, que se introducen en un mango formando un haz» (Histoire des Bagnes, tomo II, p. 196)

DEMONOLOGIA

LECHIES, LECHIANOS

LECHIES O LECHIANOS

Demonios de Madera, especie de sátiros entre los rusos que les dan un cuerpo humano desde la parte superior hasta la cintura, con cuernos, orejas y una barba de cabra y de cintura abajo en forma de chibo.

Cuando van por los campos, se ponen al nivel de la hierba, pero cuando corren por los bosques se levantan hasta el de los árboles más altos. Sus gritos son horribles; van divagando sin cesar, toman una voz que les es conocida y extravían a los viajeros, llamándoles a sus cavernas donde se complacen en hacerles cosquillas hasta matarlos.

DEMONOLOGIA

Walt duque del infierno

WALT Grande y poderoso duque del imperio infernal, que tiene la forma de un dromedario enorme y terrible.

Si toma la forma humana habla en lengua egipciaca. Inspira amor a las mujeres, conoce el porvenir, lo presente y lo pasado; es del orden de las potencias y le obedecen treinta y seis legiones.

DEMONOLOGIA

La muerte

MUERTE La muerte, tan poética porque toca a las cosas inmortales, tan misteriosa por su silencio, debía tener entre el pueblo mil maneras de anunciarse. Unas veces se dejaba prever por el sonido de una campana, que tocaba por ella sola ; otras, el que debía morir oía pegar tres golpes en el techo de su cuarto. Un religioso de san Benito pronto a abandonar el mundo encontraba en el suelo de su celda una corona blanca. Una madre que perdía a su hijo en lejanos países era en seguida advertida de ello por sueños. Los que niegan el presentimiento, no conocerán jamás los secretos caminos por los cuales se comunican de un extremo al otro del mundo dos corazones que se aman.

De todos los espectros de este mundo. la muerte es el más horrible. En un año de carestía, un labrador se encontraba en medio de cuatro niños que llevan sus manos a la boca, que piden pan, y que nada tiene para darles… La desesperación se apodera de él; coge un cuchillo y degüella a los tres niños mayores; el menor, a quien iba a herir también, se arroja a sus pies y exclama: “¡Oh, no me ma• téis, padre mío, ya no tengo hambre!”
En los ejércitos persas, cuando un simple soldado estaba muy enfermo, llevábanlo a al• gún bosque vecino, con un pedazo de pan, un poco de agua, y un palo para defenderse contra los animales feroces, mientras tuviese fuerza. Estos infelices eran de ordinario devorados. Si escapaba alguno y volvía a su casa, todo el mundo huía de él, como de un demonio o una fantasma, y no se le permitía comunicar con nadie hasta ser purificado por los sacerdotes. Persuadíase que tenía estrechos lazos con el demonio, pues las fieras no le habían devorado, y había recobrado sus fuerzas sin socorro alguno.
Los egipcios antes de tributar a los reyes los honores fúnebres, les juzgaban ante el pueblo, y les privaban de sepultura si se habían portado como tiranos.
En Bretaña se cree que los muertos abren los párpados a medianoche; y en Plonerden, cerca Landerneau, si no se cierra el ojo quierdo de un muerto, uno de sus más cerca• nos parientes está amenazado de dejar de exis• tir dentro de poco.
Difícil será enumerar las supersticiones que los diferentes pueblos se han formado sobre la muerte, pues cada uno las tiene diferentes y cada uno a cual más ridículas.

DEMONOLOGIA

Satanas

SATANAS Demonio de primer orden, jefe de los demonios y del infierno según los teólogos; demonio de la discordia según los demonómanos, príncipe revolucionario y jefe del partido de la oposición en el gobierno de Belzebut. Cuando los ángeles se rebelaron contra Dios.

Satanás gobernador entonces de una porción del Norte del cielo, se puso al frente de los rebeldes ; fue vencido y precipitado al abismo donde gobernó pacíficamente hasta el día, desconocido por nosotros, en que Belzebut, logró destronarle y reinar en su lugar, lo que probablemente está haciendo aún hoy día; y como Satanás lo pone todo en juego para recobrar su corona, la que seguramente no le place de ver en las sienes de otro, los historiadores, lisonjeros como de costumbre, le tratan de rebelde para adular al príncipe reinante. Miltón dice que Satanás por su estatura se parece a una torre, y en otro lugar la fija a unos cuarenta mil pies.

DEMONOLOGIA

Infierno

INFIERNOS Los antiguos, la mayor parte de los modernos y sobre todo los cabalistas, colocan el infierno en el centro de la tierra. El doctor Surinden en sus indagaciones sobre el fuego del infierno pretende que éste se halla en el sol, porque el sol es el fuego eterno. Algunos han añadido que los condenados mantienen este fuego en una continua actividad, y que las manchas que se ven en el disco de aquel planeta después de las grandes revoluciones y catástrofes, las producen el gran mero de gentes que allá se envían…
Según Milton, el abismo donde fue preci talo Satanás está a tanta distancia del ci como tres veces el centro del globo de la tremidad del polo. Puédese calcular esta tancia: el sol, que está en el centro del m do, dista de Saturno, el planeta conocido r lejano en tiempo de Milton, 330.000.000 leguas ; de suerte que el infierno dista del cs
lo 990.000.000 de leguas (1).
El infierso de Milton es un enorme globo, rodeado de una triple bóveda de fuego devorador, y está colocado en el seno del antiguo caos y de la noche informe. En él se ven cin• co ríos : el Estigio, execrable manantial consagrado al odio; el Aqueronte, río negro y profundo habitado por el dolor; el Cocito, llamado así por los penetrantes y lastimeros gemidos que en sus fúnebres orillas resuenan; el ardiente Flegeton, cuyas corrientes preci. pitadas en torrentes de fuego conducen a los corazones la rabia y la cólera, y, en fin el tranquilo y apacible Leteo, que pasea sus silenciosas aguas en cauce serpentino y tortuoso.
Extiéndese más allá de este río una zona desierta, oscura y helada, incesantemente ata• cada por las tempestades y por un diluvio de enorme granizo, que en *vez de derretirse al caer, ,se levanta en montones, semejante a los ruinosos restos de antigua pirámide. El frío produce allí los efectos del fuego, y el aire helado que se respira quema y abrasa. Horribles pozos y abismos de perpetua nieve helada rodean este lugar de padecimientos e infortu• nios. Allí es a donde los réprobos son arras•’ trados en determinado tiempo por las furias en sus alas de arpías. Sienten sucesivamente los malvados los tormentos de las dos extre• midades de temperatura, tormentos que por su rápida sucesión son aún mucho más espantosos. Arrancados de su lecho de fuego devorador, son arrojados encima de montones de hielo; inmóviles, casi sin sentido, son lívidos y cárdenos sus miembros, su frío es como el de una fiebre consumidora, que hiela y abrasa a la par, y de este lugar tan horrible son de nuevo arrojados en medio del brasero infernal. Así pasan continuamente de uno a otro, ambos a cuál más horroroso, y para colmarto cada vez atraviesan el Leteo ; bien se esfuerzan, al pasarlo esperan la onda encantadora; sólo una gota desean de ella, pues bastaría una sola para hacerles perder el dulce olvido el sentimiento de todos sus males. ¡Ay de mí, cercanos están a este momento de eterna felicidad!, pero vanos son sus esfuerzos, el destino lo prohibe. Medusa, con sus terribles y penetrantes miradas y con su cabeza herizada de culebras, se opone, y así, bien como aquella que tan en vano perseguía Tantalo, el agua fugitiva huye de los labios que con tanto afán desean.
A la entrada de los infiernos se ven dos figuras horrorosas: una que representa a una mujer hermosa hasta la cintura y termina por una larga cola de serpiente, retortijada en grandes anillos cubiertos de dura escama, y armada en su extremo de un venenoso y mortal aguijón. Alrededor de sus riñones tiene atado, con una gruesa cadena, un enorme perro con siete cabezas, que abriendo continuamente sus anchas gargantas de cerberos, hiere los aires con los más espantosos ahullidos. Este monstruo es el Pecado, hijo sin madre, salido de la mente de Satanás; en su poder están las llaves del infierno. La otra figura (si así se puede llamar a un espectro informe, a un fantasma que carece de substancia y de miembros), negra como la noche, fiera como las furias, terrible como el infierno, agita en sus manos un terrible dardo, y al parecer su cabeza tiene la apariencia de una corona real. Este monstruo es la Muerte, hija de Satanás y del Pecado. Tal es el infierno de Milton,

Luego que el hombre se hizo culpable, la Muerte y el Pecado construyeron un sólido y largo camino sobre el abismo. Su inflamada boca recibió pacientemente un puente, cuya extraordinaria longitud se extendió desde la orilla de los infiernos hasta el más lejano punto de este frágil mundo. Con auxilio de esta comunicación los espíritus malignos pasan y recorren la tierra para corromper a los hombres.
Y si la morada de los réprobos es tan horrorosa, sus habitantes no lo son menos. Cuando con ronco y lúgubre sonido la infernal trompeta llama a los moradores de las eternas sombras, el Tártaro se estremece en sus negros y profundos abismos; el aire tenebroso responde con prolongados gemidos (1) . Al momento los poderes del abismo corren con precipitados pasos; ¡ cielos, cuán espantosos y horribles son estos espectros!, el terror y la muerte habitan en sus ojos; algunos con figura humana tienen los pies de animales feroces, y sus cabellos están entrelazados con culebras.
Se ven inmundas arpías, centauros, esfinges, gorgonas, que ahullan y devoran ; hidras, pitones y quimeras que vomitan torrentes de llamas y humo ; mil monstruos, los más extraordinarios y horribles que jamás haya podido soñar humana imaginación, están unos con otros confundidos y colocados a derecha e izquierda de su sombrío monarca. Sentado en medio de ellos, tiene en la mano un cetro tosco y pesado ; su soberbia frente, armada de largos cuernos, es mayor que la roca más inmensa. Calpe y el desmesurado Atlas serían, al lado del jefe de las inflamadas regiones, unas pequeñas colinas (2).
Una horrible majestad retratada en su feroz semblante, acrecienta el terror y redobla su orgullo. Su mirada, tal como un funesto corneta, brilla con el fuego de los venenos de que están henchidos sus ojos. Una barba larga, espesa y encrespada, le cae sobre su, velludo pecho; su boca, de la que se despren- den gotas de sangre impura, se abre como un vasto abismo y exhala un aliento corrompido y venenoso envuelto en torbellinos de llamas y humo, que se precipitan como del cráter del Etna los torrentes de llamas y betunes. Al eco de su voz terrible el abismo tiembla, Cerbero calla aterrado, la hidra enmudece, el Cocito detiene el curso de sus aguas.
Todas estas pinturas son hijas tan sólo de la imaginación de los poetas. Difícil, sino imposible, sería el referir las opiniones que del infierno se han formado los diferentes pueblos ; basta sólo decir que son muy diversas y a cuál más extravagante.
Dante coloca la boca del infierno debajo de Jerusalén y la forma de éste es semejante, dice, a un coro puesto al revés. El espacio que se encuentra entre la puerta del infierno hasta el río Aqueronte se divide en dos partes; en la primera están las almas de todos los que vivieron sin reputación; en la segunda los niños muertos antes del bautismo, cuyas sombras arrojan continuos gritos. Bien podríamos transcribir aquí todas las descripciones que este poeta nos ha hecho del infierno, pero no lo hacemos porque bastan ya las que acabamos de trasladar.

(1) El Tamo.
(2) Milton da a Satanás 40.000 pies de altura.

DEMONOLOGIA

Haborum o Haborimo

Demonio de los incendios.

Duque de los infiernos, que se deja ver a caballo de una vibora con tres cabezas, una de serpiente, otra de hombre y la tercera de gato.

Lleva en la mano una antorcha encendida y manda veitisiete legiones.

Es el mismo que Any.