DEMONOLOGIA

VOLAC, demonio

VOLAC Presidente superior de los infiernos.

Que se aparece bajo la forma de un niño con alas de ángel, montado en un dragón con dos cabezas; conoce la morada de los planetas y el lugar a donde se retiran las serpientes,

Le obedecen treinta legiones.

DEMONOLOGIA

YAN-GANT-Y-TAN, demonio

YAN-GANT-Y-TAN Especie de demonio que por la noche lleva una candela en cada dedo de la mano y las vuelve con la rapidez de un rayo.

Es superstición de los habitantes de Finisterre.

DEMONOLOGIA

Mammon, Demonio

MAMMON Demonio de la avaricia.

Milton dice que fue el primero que enseñó a los hombres el abrir el seno de la tierra, y que condujo sus manos impías a las entrañas de esta tierra madre, para arrancar de ella tesoros muy sabiamente encerrados.

DEMONOLOGIA

FURFUR, demonio

FURFUR Gran conde de los infiernos.

Que se deja ver bajo la figura de un ciervo con una cola encendida y no dice más que mentiras a no ser que se le encierre en un triángulo.

Toma frecuentemente la figura de un ángel; habla con voz ronca y sostiene el amor entre los consortes. Hace caer el rayo, lucir los relámpagos y retumbar el trueno por donde quiera que se le mande.

Responde sobre todas las cosas divinas y abstractas y le obedecen 26 legiones.

DEMONOLOGIA

MARCHOCIAS, demonio

MARCHOCIAS Gran marqués en los infiernos.

Que se presenta bajo la forma de un lobo, con alas de caballo marino y una cola de serpiente; su boca vomita llamas.

Cuando toma la figura humana créese ver en él a un soldado de alta estatura, dice la verdad, obedece a los exorcistas, es de la orden de las dominaciones y manda, según Wierius, treinta legiones.

DEMONOLOGIA

Forcas, Demonio

FORCAS  Gran presidente de los infiernos.

Se presenta bajo la forma de un hombre vigoroso; conoce las virtudes de las hierbas y piedras preciosas; enseña lógica y ética; hace invisible al hombre, ingenioso y bien hablado; da medios para hallar las cosas perdidas, descubre los tesoros.

Tiene a sus órdenes veintinueve legiones de demonios.

ALQUIMIA, DEMONOLOGIA

Garnier Giles, Brujo

GARNIER (Giles) Brujo que tomaba a veces la forma de lobo, condenado bajo el reinado de Luis XIII por haber devorado a muchas criaturas. Quemósele vivo y sus cenizas fueron echadas a merced de los vientos.
Enrique Camús, doctor en derecho y consejero del rey, manifestó al tribunal: que Giles Garnier había ido a una viña, pocos días antes de la fiesta de Todos los Santos, y había arrebatado de allí a una muchacha de diez a doce años, a la cual mató y destrozó con sus dientes y garras, cerca del bosque de la sierra, y que no contento con comer él solo la carne de la muchacha, había llevado un pedazo a su mujer; que a pocos días había cogido otra joven con intención también de comérsela, y que la tenía ya entre sus garras de lobo para ahogarla y despedezarla cuando acudiendo algunos vecinos la pudieron sacar del apuro, aunque ya muy maltratada; que quince días después de Todos Santos, estando aún transformado en lobo, había devorado a un muchacho, a una legua de Dole, entre Gredisan y Monjié, y que había guardado una pierna de este muchacho para desayunarse. Finalmente que, habiendo dejado la forma de lobo y convertido en hombre, había robado un niño de edad de 13 a 14 años y lo había llevado a un bosque con ánimo de comérselo, y que no obstante de ser día de viernes, habría comido la carne del niño si no se lo hubiesen impedido.

ALQUIMIA, DEMONOLOGIA

Gantiere, bruja

GANTIERE Bruja contra quien en el año de 1582 el parlamento de París confirmó la sentencia de muerte que había pronunciado el bayle de La Ferté.
Una doncella que estaba allí declaraba en el exorcismo que la Gantiere le había encajado el diablo en el cuerpo.

El juez mandó llevar esta bruja a su presencia quien confesó que la  Lafarde la había transportado al sábado, que el diablo la había marcado; que este iba vestido con un traje amarillo que le cubría todo el cuerpo, excepto las partes vergonzosas que por cierto eran muy negras; que el diablo le había dado ocho sueldos para pagar su talla, pero que al regresar a su casa no los encontró en el pañuelo.

DEMONOLOGIA

GANGA-GAMMA, Demonio

GANGA-GAMMA Demonio hembra a quien los indios temen mucho y por consecuencia le adoran también. Tiene una sola cabeza y cuatro brazos y lleva en su mano izquierda una hortera y en la derecha una horquilla de tres puntas. Llévanle en procesión sobre un carro con mucha pompa, aun algunas veces hay fanáticos que se dejan hacer tortilla por sus ruedas en señal de devoción. Los machos de cabrío son las víctimas ordinarias que se sacrifican. En una enfermedad o en cualquier otro peligro, hay indios que si logran escapar de él, hacen voto de ejecutar en honor de Ganga-Gamma la ceremonia siguiente. Clávanles en las espaldas unos garfios por medio de los cuales los levantan en el aire, y allí hacen algunas acciones de destreza en presencia de los espectadores. No faltan mujeres sencillas y crédulas a quienes se persuade que esta operación es sumamente grata a Ganga Gamma y que no causa dolor ninguno. Cuando lo sienten ya no pueden desdecirse, porque están ya en el aire, y los gritos de los circunstantes ahogan sus lamentos. Hay todavía otra especie de penitencia también en honor del mismo demonio, que consiste en dejarse pasar una cuerdecita por la carne y danzar en tanto que otras personas tiran de esta cuerda. La noche que sigue al día de esta fiel ta se le sacrifica un búfalo cuya sangre se recoje en un vaso, se coloca delante del ídolo y se asegura que al otro día se encuentra vacío. Algunos autores dicen que antiguamente en vez de un búfalo se sacrificaba una víctima humana.

DEMONOLOGIA, MONSTRUOSIDADES

Brujos y Brujas

BRUJOS Hombres que con el apoyo las potencias infernales pueden obrar cuan quieren en consecuncia de un pacto hecho el diablo.
Los hombres sensatos no ven en los brujos sino unos impostores, charlatanes, bellacos, maniáticos, locos, hipocondríacos o tunos, que, desesperando de darse alguna importancia por su propio mérito, se hacían notables por el terror que inspiraban al estúpido vulgo y a los imbéciles.
En tiempos de Carlos IX, hallándose en París más de treinta mil brujos, que fueron desterrados de la capital. Contábanse más de cien mil en Francia bajo el reinado de Enrique III. Cada ciudad, cada lugar, cada aldea y cada choza tenía los suyos.
En esos tiempos, no cesaban de arder las hogueras para la extinción de los brujos; y cuantos más se hacían morir, tanto más se aumentaba su número. Este es el efecto ordinario de las persecuciones: el hombre se revela contra sus tiranos, y abandona por una inclinación natural lo que le es lícito, para hacer lo que se le quiere prohibir.
Mientras que en Francia se quemaba despiadadamente a todo infeliz acusado de brujería, los ingleses, más prudentes, se contentaban con disputar sobre los brujos. El rey Jaime I ha escrito un grueso volumen para probar que éstos mantienen con el diablo un comercio execrable, y que cuantas hazañas se les atribuían, no eran un mero cuento.

Los brujos son culpables de quince crímenes enormes, dice Bodin: 1.°, reniegan a Dios; 2.°, blasfeman; 3.0, adoran al diablo; 4.°, le dedican sus hijos; 5.°, sacrifícanlos antes de ser bautizados; 6.°, conságranlos a Satanás desde el vientre de su madre; 7.°, prométenle atraer cuantos puedan a su servicio; 8.°, juran en nombre del diablo y lo tienen a honra; 9.°, cometen incestos; 10.°, matan a las personas, las hacen cocer y se las comen; 11.0, mantiénense de carroña y de ahorcados; 12.°, hacen morir a los hombres con el veneno y los sortilegios; 13.°, hacen reventar el ganado; 14.°, marchitan los frutos y causan la esterilidad; 15.°, tienen ayuntamiento carnal con el diablo.
He aquí quince crímenes detestables, que todos los brujos cometen, o al menos en mucha parte, y de los cuales el menor merece una exquisita muerte. De modo que no pasaba mes alguno en que no se quemasen en gran número y de los acusados, citados ante el tribunal, los jueces de aquel tiempo condenaban casi siempre a los nueve décimos como brujos y mágicos convencidos de haber hecho pacto con el diablo.

Don Prudencio Sandoval, obispo de Pamplona en su Historia de Carlos V, refiere que dos jóvenes, una de once años y otra de nueve, se acusaron ellas mismas como brujas, delante los miembros del consejo real de Navarra; confesaron que se habían hecho recibir en la secta de los brujos, y se obligaron a descubrir todas las mujeres que lo eran, si se les concedía el perdón. Habiéndoselo prometido los jueces, ambas niñas declararon que viendo el ojo izquierdo de una persona podían conocer si era bruja o no; e indicaron el paraje donde se debían hallar muchas, pues era donde tenían sus reuniones. El consejo mandó a un juez trasportarse al lugar con las dos niñas, escoltado de cincuenta caballeros. Al llegar a cada población o aldea, debía encerrar a aquéllas en una casa separada, y hacer conducir delante de ellas a todas las mujeres de quienes se sospechase, para probar el medio que ellas habían indicado. De esta experiencia resultó que las mujeres que fueron señaladas por las dos jóvenes, como brujas, lo eran realmente. Cuando se vieron en la cárcel declararon que eran más de ciento cincuenta, que cuando una mujer se presentaba para ser recibida en su sociedad, se la daba, si era doncella, un joven bien formado y robusto con quien tenía comercio carnal, y hacíasele renegar de Jesucristo y de su religión. El día en que se celebraba esta ceremonia, veíase aparecer en medio de un círculo un macho cabrío todo negro; apenas hacía oír su voz ronca, todas las brujas se reunían y se ponían a danzar; después de lo cual iban todas a besarle el salvo-honor y hacían luego una comida de queso, pan y vino. Al acabarse este festín, cada bruja cabalgaba con su vecino, transformado en macho cabrío, y después de haberse untado el cuerpo con los excrementos de un sapo, de un cuervo y de muchos reptiles, volaban por los aires, para trasportarse a los lugares donde querían hacer mal.

En  su propia confesion ( cuantas no arrancaba el tormento!) dijeron que habían enviado a tres o cuatro personas para obedecer las órdenes de Satanás, quien las introducía en las casas, abriéndoles las puertas y ventanas, las que tenía cuidado de cerrar luego que el maleficio había tenido efecto. Todas las noches que precedían a las grandes fiestas del año, tenían asambleas generales donde hacían muchas cosas contrarias a la religión y a la honestidad. Cuando asistían a la misa, veían la hostia negra; pero si habían formado el propósito de renunciar a sus prácticas diabólicas, la veían de color natural.
Añade Sandoval que el juez, queriéndose asegurar de la verdad de los hechos por su propia experiencia, hizo prender a una bruja vieja y la prometió el perdón con la condición de que haría delante de él todas las operaciones de brujería. Habiendo aceptado la vieja la proposición, pidió la caja de ungüento que se había hallado sobre ella, y subió a una torre con el juez y un gran número de personas. Colocóse delante de una ventana, se untó la palma de la mano izquierda, la muñeca, el nudillo del codo, debajo del brazo, la ingle y el lado izquierdo; después de lo cual gritó, con una voz fuerte: ¿Eres tú? Todos los expectadores oyeron en los aires otra que respondió: Sí, aquí estoy. La bruja púsose entonces a bajar por lo largo de la torre, con la cabeza hacia abajo, sirviéndose de los pies y de las manos a la manera de los lagartos. Al llegar a mitad de la altura, tomó su vuelo en los aires, delante de los asistentes que no dejaron de verla hasta que desapareció en el horizonte. En el asombro que este prodigio había causado a todos, el juez hizo publicar que daría una considerable cantidad de dinero a cualquiera que cogiese a la bruja. Al cabo de dos días le fue presentada por unos pastores que la cogieron. El juez la preguntó porqué no había volado más lejos que pudiese escapar de los que la buscaban, a lo que respondió que su dueño no había querido trasportarla sino a la distancia de tres leguas, y que la había dejado en el campo donde los pastores la hallaron.
El juez ordinario pronunció sentencia contra ciento cincuenta brujas, y fueron entrega- das a la inquisición de Estella, y ni los ungüentos, ni el diablo pudieron darles alas para huir del castigo de doscientos latigazos y de muchos años de prisión que se les hizo sufrir. En Francia, indefectiblemente, hubieran sido quemadas.
Nuestro siglo no está aún exento de brujos. Los hay en todas las aldeas, y hállanse en París, donde el mágico Moreau hacía maravillas, pocos años atrás.
La señorita Lorimier, a quien las artes deben muchos cuadros preciosos, estando en Saint-Hour con otra señora también artista, tomaba desde una roca, situada en el llano, el plano de la ciudad y dibujaba trazando líneas con un lapicero. Los aldeanos empezaron a arrojar piedras a ambas señoras, las cogieron y las condujeron a casa del alcalde, tomán• dolas por brujas. M. Dulaure cuenta en la des• cripción de la Auvernia, un hecho semejante En 1778 los auvernienses creyeron que eran brujos los ingenieros que levantaban el plano de la provincia, y los arrojaron a pedradas
El tribunal correccional de Marsella ha pro nunciado su fallo últimamente sobre una cau sa bien singular. Una joven tenía un amante que debía ser ratificado por un consiguiente matrimonio: pero el amante, infiel a sus pro mesas, quería a otra mujer. En fin, la aman te abandonada, después de haber usado de poder de sus encantos, había recurrido a los de M. M*** que se reputaba muy hábil en brujería y practicaba la magia a escondidas para favorecer a las jóvenes de Marsella, quejosas de sus buenos amigos.
La nueva Ariana se dirigió al viejo doctor pidiéndole si tenía algún secreto para atraer a un infiel, y torcer el cuello a una rival M. M***, que al parecer no carecía de ellos empezó por hacerse dar dinero, y después una gallina negra, el corazón de un buey y unos clavos. Era preciso que todo esto fuese robado, con el dinero podía adquirise legítimamente, el brujo se encargaba de lo demás. Pero sucedió, que no habiendo podido volver a la joven su amante, embargado por los primeros encantos del himeneo, quería al menos aquélla que le fuese devuelto su dinero; de aquí se originó un proceso cuyo fallo condenó a M. M*** a una multa y a dos años de prisión como estafa. En otros tiempos no se le hubiera hecho al brujo esta injuria; hubiera tenido el honor de ser quemado como ministro de Lucifer (1).