ANTONIO Un gran diablo de enorme talla fue un día a ofrecer sus servicios a san Antonio; por toda respuesta el santo le miró de reojo y le escupió a la cara, y el demonio se desvaneció sin decir palabra, y según dice la leyenda no se atrevió por mucho tiempo a aparecer en la tierra: léase la leyenda áurea de Santiago Bonagine, leyenda 21.
Apenas podría creerse que san Antonio hubiese tratado con tanta aspereza al diablo, sino se supiese cuántas tentaciones había sufrido, y difícilmente se creerá que hubiese recibido tantos ataques por parte del diablo, si se hace memoria de que decía: tan poco temo al demonio como a una mosca, y estoy seguro de hacerle huir con una señal de la cruz. San Anastasio, que escribió la vida de san Antonio, mezcló entre las aventuras de su héroe con el diablo algunos discursos que forman un contraste muy singular. Algunos filósofos admirados de la gran sabiduría de Antonio, le preguntaban de qué libro había sacado tan hermosa doctrina, y el santo les mostraba con una mano el cielo y con la otra la tierra, diciéndoles: ved aquí mis libros, nunca he tenido otros. Si los hombres se dignaban estudiar como yo las maravillas de la creación, ¡cuántos discursos de sabiduría encontrarían en ella! Quedarían admirados y su espíritu se elevaría pronto de la creación al Creador… Seguramente no habla de esta suerte un hombre que tiene comercio con el diablo.